Arrepentios y creed
Así predicó Jesús
jueves, 24 de junio de 2010
No toques al ungido
No toques a mis ungidos
Por: Miguel Rosell
2 TIMOTEO 4:1-2
Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
1 JUAN 4:1
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
EFESIOS 5:11
Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;
Vamos a partir en este mensaje, desde ciertos posicionamientos teóricamente bíblicos, y digo así, porque hoy en dia se usan a la libre e interesada interpretación de algunos, y han desarrollado una forma de caciquismo espiritual, el cual eleva y mantiene en una posición de intangibilidad a esos que se les ha venido a llamar, “nuevos ungidos”.
Esos líderes, no siervos, ya no son como solían ser; es decir, verdaderamente humildes, accesibles, transparentes, sufridos, enseñables (Tito 1: 7-9). No, ahora, subidos en sus imaginarios e intocables pedestales de religiosa infalibilidad, se pavonean ante todos en su supuesta superioridad, abrigados en soberbia, mostrando los preciosos colores de sus etéreas y suntuosas plumas, como los especialmente elegidos para liderar a sus súbditos correligionarios. Cualquier cuestionamiento que se les haga, es visto como un signo de rebelión.
Muchos de ellos, saben como disimular su orgullo ante los demás, otros, ni siquiera se molestan en hacerlo, pero el resultado es el mismo, y su mensaje con el cual han sabido aleccionar muy bien a todos por años, les sirve de escudo y protección, también:
“¡NO TOQUEIS A MIS UNGIDOS!”, DICEN.
Criticar o cuestionar cualquier cosa que digan o hagan; juzgar las evidencias de sus acciones, actuaciones, enseñanzas, conducta, etc. es inaceptable; ahora bien, muchos de ellos, o sus seguidores, a los que se oponen o discrepan, se permiten el lujo de atemorizarlos con y hasta con decretos no exentos de amenaza:
“¡AY DEL QUE TOCA AL UNGIDO!”, DICEN.
Se defienden como gato panza arriba ante la crítica de sus enseñanzas o de su presunto ministerio por parte de los que nos atrevemos a hacerlo, la respuesta de ellos o de sus correligionarios, es siempre la de cuestionar los motivos; diciendo que tenemos envidia, celos, u odio, etc.
Por lo tanto, según ellos, al resto de los mortales, no se nos permite observar y denunciar sus desvaríos, así como reprenderlos (2 Ti. 3: 16), por que caemos bajo el pecado de la murmuración, y la crítica, según dicen. Para ello - y entre otras actuaciones - esgrimen de forma inadecuada la Palabra, presentándonos diferentes ejemplos vetero-testamentarios sacados de su contexto e intención originales. Veamos algo de esto último.
Comparando a los modernos “ungidos” con Moisés
Uno de estos ejemplos: la murmuración (*) de María y Aarón contra Moisés, y el castigo que sufrieron (ver Números 12), sin comprender que los dos hermanos de Moisés realmente procedieron mal, llevados por los celos y el racismo, y no por una sana crítica (**).
(*) La murmuración es conversación en perjuicio de un ausente.
(**) La crítica es examen y juicio acerca de alguien o algo.
Otro de los varios ejemplos que presentan, es el de la rebelión de Coré (Números 16), donde éste, Datán y Abiram, On, etc. “se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel...” (Números 16:1, 2). Poner ese caso como ejemplo, nos parece también un especial absurdo.
Coré y los demás, por envidia y rebeldía se levantaron contra la autoridad espiritual que Dios había colocado en su pueblo. Varias cosas hay que entender primeramente:
1. Moisés era un tipo de Cristo. Fue el mediador verdadero y escogido que Dios levantó para guiar a Su pueblo, sacándolo de Egipto y llevándolo a través del desierto hacia la Tierra Prometida. Levantarse contra Moisés en ese momento, sería como hoy en día levantarse contra Cristo hombre (1 Timoteo 2:5)
2. Hoy en día no existen figuras como la de Moisés, ya que vivimos en una dispensación muy diferente a aquella del antiguo Israel. Pero hay más;
3. Si Moisés hubiera hecho algo públicamente pecaminoso, malo o incorrecto, hubiera sido absolutamente lícito y escritural que se hubieran levantado personas para demandarle rectificación, exponiendo públicamente sus presuntos pecados. Eso no hubiera sido murmuración, ni crítica desautorizada, sino un acto de justicia. Eso último no ocurrió, porque Moisés fue fiel todos los días de su peregrinación (Números 12:7)
Si Moisés hubiera requerido de corrección o reprensión, pública o privada, habría que habérsela dado, porque Dios siempre ha tenido a sus profetas dispuestos para el caso, como fue con Natán respecto a David (2 Samuel 12).
El ejemplo de Pablo y Pedro/ ¿privacidad o publicidad?
Hermanos, si es que deseamos y oramos por un verdadero cristianismo conforme a la Biblia, entonces nadie en el Cuerpo de Cristo – o presuntamente en él – puede ser inmune a la corrección; ¡nadie!, y quien públicamente enseña herejía, públicamente deberá ser reprendido. Este último caso lo tenemos descrito en la Palabra de Dios cuando Pablo reprendió a Pedro, y lo hizo públicamente:
“Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar... cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos...” (Gálatas 2:11, 14)
El asunto fue que el apóstol Pedro, antes que llegaran algunos judíos de parte de Jacobo, comía con los gentiles, “pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión, y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos” (Gálatas 2:12, 13)
En otras palabras, Pablo, se dio cuenta de que Pedro estaba siendo hipócrita y tremendamente deshonesto, y otros ya seguían sus sibilinos pasos. Conque públicamente pecó, públicamente fue reprendido. Ese es un ejemplo muy claro de cómo debemos proceder hoy en día también, y más enseñanza existe en la Palabra al respecto:
“Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman” (1 Timoteo 5:19, 20)
Como vemos aquí, el motivo, no es tanto para que los públicos infractores se arrepientan, sino para que los demás se aparten del mal.
Pablo no pudo por un mínimo sentido de justicia haber tratado este asunto de Pedro de manera privada con él, porque no fue un asunto personal, es decir, no fue que Pedro particularmente ofendió a Pablo. La cuestión es que Pedro, por su temor al hombre, había llevado a aquellos creyentes que estaban con él al extravío; por lo tanto Pablo estaba no sólo obligado a corregir a Pedro, sino a hacerlo de forma que corrigiese la situación que el error de Pedro había causado en aquel medio.
Como vemos también, un cristiano, en este caso Pablo, se atrevió a “tocar” al ungido Pedro, el cual en su día fue declarado bienaventurado por el mismo Jesucristo (Mateo 16:17)
¡Damos tantas gracias a Dios, de que en esta dispensación de la gracia y la verdad (Juan 1:17), ya no hay ungidos especiales, sino que todos los verdaderos cristianos, por haber sido constituidos hijos de Dios por adopción, (Juan 1: 12; Romanos 8:15; Gálatas 4:5) somos todos ungidos, a causa del Ungido, Cristo Jesús, es decir el Mesías! No hay diferencias entre unos y otros, sino que todos somos hermanos (Mateo 12: 48; 23: 8) e iguales ante Dios.
Si se permite que exista una especie de “élite clasista lideral”, cuyas enseñanzas y acciones no pueden ser cuestionadas por nadie, puestas a la luz de la Palabra, y expuestas públicamente, entonces tenemos un cáncer dentro del seno eclesial, del cual, si no nos arrepentimos y corregimos a tiempo, padeceremos cada vez más las consecuencias, como de hecho ya empezó a ocurrir de unos años a esta parte de manera aterradora, llegándose a formar una metástasis.
1. Entonces, ¿qué significa “no tocar al ungido”?
No podemos usar la Biblia ni parte de ella, como un arma arrojadiza según nuestra conveniencia. Creo que todos aunque sea en teoría estaremos de acuerdo con esto. Cuando leemos en ella: “No toquéis... a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” (Salmo 105:15), no podemos usar esa escritura para defender lo indefendible.
Por lo tanto, vayamos por partes. Primeramente entendamos que nos tiene que enseñar la Palabra de Dios acerca de lo que es un ungido, y sigamos con la exposición de nuestro argumento de forma exegética. Vemos que en el Antiguo Testamento, los llamados ungidos eran personas apartadas para Dios para desempeñar tres diferentes funciones. La primera vez que se menciona a alguien con ese apelativo, es al sacerdote:
“Y las vestiduras santas, que son de Aarón... si el sacerdote ungido pecare según el pecado del pueblo...” (Éxodo 29:29; Levítico 4:3)
Vemos que Aarón fue el primer sacerdote, ungido por Moisés - tipo de Cristo – (ver Éxodo 29), y que no estaba libre de pecado, ni de ser reprendido.
Pero la primera persona expresamente mencionada como profeta, y eso de parte de Dios directamente, fue Abraham (Génesis 20:7); y acerca del cuidado que Dios tenía y tiene por sus hombres, leemos en la Biblia:
“No consintió que nadie los agraviase, y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” (Salmo 105:14, 15).
También en 1 Crónicas 16: 22,
“No permitió que nadie los oprimiese; antes por amor de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas”
Como veremos con mas detalle un poco más adelante, Abraham fue vindicado por Dios por el hecho de ser profeta, y por tanto, ungido del Señor.
En el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, los ungidos pertenecían a tres clases oficiales:
1. Los profetas
2. Los sacerdotes
3. Los reyes
En el Israel del Antiguo Testamento, como adelantamos, esos tres créditos correspondían a personas que fueron apartadas para Dios para sus correspondientes trabajos u oficios. Los profetas eran llamados y ungidos directamente por Dios con Su Espíritu (Números 11:29). Los sacerdotes y los reyes eran ungidos con aceite para desempeñar sus oficios, después de lo cual se les llamaba, y así eran reconocidos, los “ungidos de Jehová” (ver Ex. 30: 22-31; 37:29; 40:12-16; Levítico 4:16; 6:20; Números 3: 3; 35:25; 1 Samuel 2:10; 10:1; 16:12, 13; 2 Samuel 1:21; 2:4; 5:3; 23:1; Isaías 61:1; Lucas 2:26; Lucas 4:18; Hechos 4:27; 10:38)
Esos tres oficios mencionados, iban a ser tomados y colocados sobre Jesús de Nazaret, el Mesías – que significa el Ungido – por lo tanto Jesucristo es el Ungido por excelencia; y como ya dijimos antes, cada uno de sus salvados somos sus ungidos, porque Él es el Ungido (2 Corintios 1:21), que por Su Espíritu ha venido a morar en cada uno de nosotros, siendo nosotros uno en Él y con Él... ¡y no hay diferencias entre unos y otros en ese contexto y en esta dispensación!
Por lo tanto, en este tiempo, sea lo que en principio signifique “no tocar a los ungidos” – lo cual veremos en un instante - deberá aplicarse a todos los creyentes sin distinción, y no meramente a unos exclusivos y públicos líderes. ¡O todos, o ninguno!
Así pues, en definitiva, ¿Qué significa “no tocar a los ungidos”? Vayamos por partes. En el Antiguo Testamento, el “no tocar” a los ungidos ni a los profetas, tenía el sentido de no hacerles mal, ni de injustamente agraviarles o matarles. El caso muy concreto fue el de Abimelec cuando estuvo a punto de tomar por concubina a Sara, la esposa de Abraham y Dios intervino directamente (ver Génesis 20:3-7), por ser él un ungido.
Efectivamente, en ese caso, ese hombre, Abimelec, aun y en su ignorancia, estuvo a punto de cometer un gran pecado, ofendiendo y dañando a Sara y a Abraham (aunque Abraham se lo buscó, ver la historia).
David y Saúl
Otro caso, fue el de David y el rey Saúl. En 1 de Samuel 24, encontramos que el rey Saúl, empecinada e injustamente, perseguía con ahínco satánico a David para darle muerte. No obstante, y a pesar de su obstinación, Dios entregó a Saúl en manos de David dos veces; la primera vez, en aquella cueva del desierto de En-gadi. Hubiera podido David matar a Saúl allí mismo, pero como aquél era todavía el rey ungido de Israel, no lo hizo, y estas fueron sus palabras:
“Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová” (1 Samuel 24:6)
Más tarde, la misma situación se repitió, y David volvió a negarse a dar muerte a su terrible enemigo: Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entrgado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, dejame que le hiera con la lanza, y lo enclavare en la tierra de un golpe, y no le dare segundo golpe. Y David respondio a Abisai: No le mates; porque ¿quien extendera su mano contra el ungido de jehova, y sera inocente? (1 Samuel 26:8,9)
Claramente podemos ver que en ese caso, la ley prohibía dar muerte a Saúl, por ser el ungido de Dios para reinar, aunque ya Dios lo había desechado. David no se atrevió a dañarle, menos todavía, matarle a causa de esa palabra: “No toquéis a mis ungidos” (S. 105).
Ahora bien hermanos, ¿Qué tendrá que ver esto, con no reprender a aquellos que en la actualidad enseñan herejía o malas acciones al pueblo de Dios? ¡Absolutamente, nada! En ningún modo se puede justificar con esta frase vetero-testamentaria (S. 105), que no debamos atrevernos a cuestionar las enseñanzas de algunos de estos líderes “ungidos” de la actualidad, y a ellos mismos – muchos de ellos que lo son sólo en apariencia - ¡En ningún modo!
David, aunque pudo, no dañó ni dio muerte a Saúl por dos veces; es decir, no le “tocó”, no obstante, sí le reprendió en presencia de todo su ejército, por lo menos dos veces (ver 1 Samuel 24:10-15; 26:17-20).
Entendamos esto: todos los ungidos del Antiguo Testamento, incluido el propio David, fueron debidamente reprendidos, incluso públicamente, por los profetas de Dios; la Biblia ofrece una amplia exposición de todo ello. Así también ha sido en el Nuevo Testamento, como vimos, con el caso de Pablo hacia Pedro, etc.
Veamos de nuevo la porción escritural con la que abríamos este artículo:
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina“ (2 Timoteo 4: 1, 2)
Por lo tanto, y de una vez por todas, no se puede esgrimir el texto bíblico de “no tocar a los ungidos” a la hora de refutar, reprender, exhortar, redargüir, combatir las falsas enseñanzas y a los que las promueven:
¿PORQUE?
- Porque el “no tocar” se refiere a no dañar injustamente, maldecir, matar, descalificar, calumniar, infamar; en definitiva, destruir.
- Porque en la actualidad los ungidos, no son una clase sacerdotal aparte, sino que todos los verdaderos creyentes somos ungidos.
- Porque es un deber del cristiano el hacer una defensa ardiente de la fe una vez dada a los santos a causa de que han entrado encubiertamente hombres impíos en el seno eclesial (Judas 3, 4)
¡Más alto se puede decir; más claro no!
2 ¿No debemos juzgar?
Equivocadamente muchos hoy en día, escudándose en un sentido humanista del amor y de la ética, creen que es incorrecto, no sólo delatar el error, sino además, dar a conocer los autores del mismo.
Aquellos que creemos fielmente en exponer o delatar la herejía de acuerdo a la Biblia, ahora estamos siendo en muchos casos ferozmente increpados, acusados de ser descorteses y faltos de amor. Algunos todavía van más lejos como dijimos al principio, tomándose el incierto lujo de acusarnos de envidiosos o de llenos de odio.
Uno de los famosos dichos que esgrimen para no hacer, ni permitir hacer una defensa de la fe, es el de “no juzgar”. Uno de los versículos mal usados de la Biblia para ello, es: "No juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo 7: 1). Pero como siempre venimos diciendo a lo largo de tantos mensajes, cada versículo de la Escritura debe ser entendido en su contexto, y no de manera aislada, y menos aún, intencionada.
Se desmonta fácilmente la errónea intencionalidad al usar ese versículo de forma aislada, cuando examinamos su contexto:
“Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7: 2-5)
Claramente vemos que el tipo de juicio al que se refiere el Señor – el cual además tiene la implicación de “juzgar condenando” (krínete en gr.) - se refiere a un juicio hipócrita, es decir, basado en el fingimiento, doblez y ceguera voluntaria, y no en la verdad de la Escritura.
Ahora bien, sabemos que:
“El hermano que tiene una viga en su propio ojo no debe juzgar a otro que tiene una paja en el suyo. La enseñanza es clara; usted no puede juzgar a otro acerca de su pecado, si usted es culpable del mismo pecado” (1)
Cierto. Eso dista muy, y mucho de hacer un juicio justo, conforme a la Escritura, como el Señor Jesús nos alienta a hacer en Juan 7: 24; “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.
Aquellos que se aferran a "no juzguéis, para que no seáis juzgados", al condenar a aquellos que delatan el error, deberían leer el capítulo entero. Jesús dijo, "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas...." (v.15)¿Cómo podemos conocer a los falsos profetas, si no los juzgamos de acuerdo a la Palabra de Dios? (2)
Algunos se acogen a otro pasaje bíblico para argumentar que no debemos juzgar:
“Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Santiago 4:10, 11)
Nótese que dice murmurar, y ese juzgar al hermano va en ese mismo contexto, por lo tanto no es un sano juzgar, sino más bien un dañar injustamente, o un “tocar” al hermano. Evidentemente eso no lo debemos hacer, pero esto dista mucho de la apologética o defensa de la fe tal y como venimos enseñando.
¿Con qué autoridad podemos y debemos reprender y corregir?
Respuesta: con la que nos concede la Palabra de Dios.
Es la Palabra de Dios la que juzga, y no nuestro parecer humano. Es la Palabra de Dios la que descalifica lo incalificable, la que reprende lo reprensible, la que corrige lo incorregible, la que separa lo inseparable, la que destruye lo destructivo. La que juzga es la misma Palabra de Dios, y esa Palabra de Dios, cual espada de dos filos (Hebreos 4:12; Efesios 6:17), ¡ha de ser consecuentemente esgrimida con rigor!
La Palabra, cual espada del Espíritu, tiene que ser desenvainada y blandida con rigor y con amor. Esa es nuestra porción.
No vale con decir, como muchos hacen: “Ya Dios les juzgará, y usted sólo dedíquese a orar y a llevar la palabra a los perdidos”.
¡No! eso no es así. Usted y yo tenemos la tremenda responsabilidad ante Dios de ser sal y ser luz (Mateo 5:13, 14); de no participar en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprenderlas (Efesios 5:11); de hacer un azote de cuerdas y echar fuera del templo de Dios todo lo que no es de Dios, y no permitir que se haga de la casa del Padre, casa de mercado, aun y a tenor de ser considerados faltos de amor, ásperos o desagradables como pensaron que lo fue nuestro Señor cuando así literalmente él hizo (Juan 2:3-16).
No podemos vivir un cristianismo pasivo, sincrético y ajeno a lo que otros hacen. Existe un Tribunal, el de Cristo que nos juzgará severamente si no hacemos como el Maestro hizo y nos enseñó a hacer (2 Corintios 5:10).
Tenemos la enorme responsabilidad de parte de Dios en Su Palabra, de juzgar todas las cosas (1 Corintios 2:15), por amor, no sólo a los perdidos, sino mayormente a los salvos, pero que están o pueden estar en gran peligro por llegar a seguir los postulados demoníacos de muchos falsos maestros y profetas, que enseñan – por citar unas pocas aquí - aberraciones como los “Encuentros del G12” y su contenido, el G12, el falso ecumenismo, la falsa prosperidad/doctrina de pactos de dinero con Dios, el falso mover y manifestación del Espíritu Santo, el falso avivamiento, la fe en la fe, la visualización, la confesión positiva, el pensamiento positivo/posibilista, la doctrina de los pequeños dioses, la teología del dominio o dominionismo, etc. etc. etc. Es decir, todo un añadido al Evangelio, lo cual es anatema (véase Galatas 1:8, 9) y aún contumazmente pretende ser considerado evangélico.
¡No, no vale con argumentar “ya les juzgará Dios”! Dios quiere que les juzguemos nosotros y ahora (1 Corintios 5: 12), no con condenación, sino poniendo a la luz lo que hacen para que los demás sean advertidos y se aparten.
"Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos". (Romanos 16:17)
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4:1)
"Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas" (Efesios 5:11)
¡La Palabra no puede ser más clara!
“Desde los púlpitos, plataformas mediáticas, usando todo medio a nuestra disposición, es menester hoy más que nunca refutar, redargüir, reprender, exhortar y elevar la verdad doctrinal por encima de las cabezas de los que quieran atender”
Si un hombre que dice serlo de Dios, públicamente enseña doctrina y acción heréticas y destructivas, aunque las presente adornadas con mil y un diferentes atuendos graciosos, no de gracia, tendrá que ser públicamente expuesta esa falsedad y a él mismo a través del ministerio de la Palabra, y si no se hiciera así, pecaría él y pecaríamos todos los que entendiendo la situación, no hiciéramos nada al respecto.
Como dice el Hermano Vicente Mercado Santamaría:
“No hay nada que haga más daño que el silencio de los inocentes o el silencio de los "buenos", en nuestro caso, el silencio de los buenos cristianos.
Nada entristece más que el hielo de la indiferencia o de los oídos tapados, ante la denuncia de situaciones en extremo graves, es decir, mortales, en nuestra amada Iglesia. Sentimos que la Iglesia evangélica de nuestros días se precipita cuesta abajo en caída pavorosa a la apostasía y la perversión o corrupción del evangelio que se predica y practica en muchísimas congregaciones.” Y sigue diciendo el hermano:
“Es una situación similar a la que vivió el príncipe de los predicadores, Charles Spurgeon, en el siglo XIX, cuando tuvo que enfrentarse a los nuevos vientos de doctrina o herejías del modernismo, el liberalismo y otros movimientos que se repiten amplificadamente hoy. Spurgeon se vio obligado a renunciar a su concilio de la Unión Bautista, donde casi todos se le habían opuesto o callaban ante sus denuncias. Precisamente, Spurgeon había titulado sus mensajes de esa controversia dentro de la Iglesia, "El declive" ("Down-Grade", o la cuesta abajo, el despeñadero, etc.). Sabemos donde comienzan o donde han llegado hoy las herejías, pero no sabemos hasta donde puedan llegar en próximos años. Es escandaloso lo que estamos viendo”. (3)
No podemos jugar más al cómodo y pueril “silencio de los corderos”, el deber de cada verdadero creyente es el de ser celoso y activo en la defensa de la fe:
“Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” (Tito 1:13, 14)
Como también se expresa Dave Hunt a continuación:
“No osaremos mantenernos en silencio - ¡no debemos! -, ni nos dejaremos llevar del miedo a hablar por temor a ofender o a causar divisiones, mientras se falsea la fe una vez dada a los santos. No debemos contemporizar, porque ello no ayuda sino que estorba la causa de la verdad. Dejar de contender ardientemente por la fe deshonra a Dios. Si el amor de Cristo gobierna nuestros corazones, entonces contenderemos ardientemente por la fe que Él nos ha dado” (4)
El miedo a levantar la voz, no es manifestación del amor sino que es obra del enemigo, no nos engañemos. Ahora es tiempo de proclamar desde las azoteas eclesiales (Lucas 12: 3) el valiente mensaje de exhortación y reprensión, porque la palabra profética se está cumpliendo de forma ineludible en estos días finales:
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4: 3, 4)
Más que nunca antes, es menester que cada verdadero creyente se levante como fiel atalaya de Cristo, no consintiendo el engaño y la falacia, sino predicando la Palabra, instando a tiempo y fuera de tiempo, redarguyendo, reprendiendo, exhortando con toda paciencia y con la doctrina de Cristo.
Tristemente, hoy en día, los que son llamados a ser ese tipo de atalayas celosos de Dios, están durmiendo en sus puestos de guardia, cumpliéndose a cabalidad el dicho del profeta Isaías:
“Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado”. (Isaías 56: 9-11)
Cuando uno busca sólo su propio provecho, sólo busca el provecho del diablo. Cuando uno sólo busca el Reino de Dios y Su justicia, sólo está buscando el provecho de Dios. Hagamos esto último, aunque muchos rechinen los dientes y continúen maldiciéndonos.
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5: 10-12)
Dios les continúe bendiciendo. ¡El Señor Jesús viene pronto!
Los Falsos Evangelios
Los nuevos evangelios, Prosperidad material, éxito y fama.
¿Es lo que Jesús quiere para tu vida?
¡CUIDADO! UN EVANGELIO FALSO ESTA DESTRUYENDO EL CRISTIANISMO BÍBLICO
Por: David Wilkerson
“Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo” (Lc. 16:1-2).
Jesús habló de cierto hombre rico que oyó un reporte de que uno de sus mayordomos estaba malgastando sus posesiones. Así que lo llamó a que le diera cuentas, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Entrega cuenta de tu mayordomía, porque ya no serás mayordomo”.
Esta parábola es muy importante para el cuerpo de Cristo ahora. Es la trágica historia de un siervo de Dios que pierde su poder y unción y termina ofreciendo un evangelio rebajado y barato. El hombre rico de esta parábola es Cristo mismo en quien moran todas las riquezas de gloria. El mayordomo que está siendo despojado de la autoridad es cualquiera a quien le ha sido confiada la Palabra de Dios, pero que ha sido hallado culpable de desperdiciar los recursos de su Señor.
Este mayordomo era culpable de malgastar las posesiones de su señor, una acusación que se podría hacer en nuestros días en contra de multitud de ministros, de obreros cristianos y de ovejas. ¡Qué desperdicio vemos en el reino de Dios hoy en día!
1. Los Elegidos de Dios desperdician tiempo, el más precioso recurso que el cielo pudo confiar a la humanidad.
Los pastores ungidos de Dios, maestros y evangelistas son tan culpables como las multitudes del redil que sólo buscan los placeres. Los mayordomos del evangelio deberían estar redimiendo el tiempo y no malgastándolo en pasatiempos, deportes, recreación y la televisión. Muéstrame un hombre de Dios que se sienta enfrente del ídolo de la televisión, desperdiciando horas preciosas, perturbando su alma y su mente con la corrupción del infierno, y yo te mostraré a un mayordomo injusto a quien Dios traerá a cuentas y le despojará de toda autoridad espiritual.
Este mayordomo se consintió a sí mismo. El tomó los recursos de su amo y se los derramó encima. Uno pensaría que todas las riquezas eran solamente suyas, por la manera en que se gastaba los recursos y en que se consentía a sí mismo.
Hoy vemos este triste espectáculo en la iglesia, a cristianos yendo de un lado para otro, desperdiciando los recursos divinos sin saber que Dios les va a pedir cuentas por ese desperdicio.
2. El poder, otro de los gloriosos recursos de Cristo, está siendo egoísta y tontamente malgastado.
Los reyes del poder en la casa de Dios son aquellos que malgastan el poder de su amo para justificarse a sí mismos. Quieren ser conocidos y respetados como profetas, como los hombres del momento, buscados como poderosos guerreros de fe, acción y poder. Aman el aplauso de los hombres, la adulación como para un héroe; les gusta ir por ahí oyendo esas palabras de autoaprobación. “¡Miren, ahí esta! ¡Ahí va ese poderoso hombre de fe, acción y poder!” Pablo denunció esa adulación a ministros. Debemos dar honor a quien honor merece, y ése es ¡solamente Cristo!
Los creyentes sin discernimiento hacen pequeños dioses de los autonombrados profetas, sanadores, y maestros de nuevas revelaciones.
El poder malgastado está corrompiendo al ministerio y la casa de Dios. Los cristianos superficiales son atraídos al poder como las abejas a la miel. Y una terrible acusación en contra de la iglesia apóstata es oír a los cristianos decir: “¡Qué bárbaro, qué poder tiene!”, en vez de susurrar con santa reverencia: “¡Está lleno de Jesús! ¡Jesús se revela en él maravillosamente! ¡Hace a Cristo real!”
El verdadero mayordomo del evangelio no busca el poder para demostrarlo enfrente de multitudes curiosas. Las multitudes pueden ver la fuerza del poder sanador de Dios, como cuando Jesús sanaba a los enfermos. Sin embargo, a Él le oían decir una y otra vez: “No le digas a nadie”. Dios le confía su mayor poder a aquellos que van a los hospitales, a las calles, a los hogares, y en secreto, lejos de los ojos de aprobación y de los aplausos, derriban fortalezas, atan a los demonios y libertan a los cautivos, sanan a los enfermos y son verdaderos y desconocidos ministros del poder sanador de Cristo. El verdadero don de sanidad no se manifiesta en una atmósfera de espectáculo, sino que se manifiesta solamente cuando es usado por siervos humildes que son completamente celosos de la gloria de Dios, como Cristo lo era.
Un poco del santo poder de Dios que no es usado o aprovechado solamente para la gloria de Cristo es un desperdicio. Es un mayordomo injusto gastando para sí mismo lo que no le pertenece. Sin embargo, aún hay hombres que se levantan grandes nombres para sí mismos, robándole la gloria y el poder al Señor, para engrandecerse ellos mismos.
3. La fe es otro recurso de Cristo que está siendo desperdiciado por los cristianos hoy en día.
¡Toda la fe verdadera proviene de Cristo! Cuando hablas de todas las riquezas de Dios en Cristo Jesús, debes incluir la fe. Somos salvos por la fe de Cristo. Pero la preciosa fe que debería haber sido cuidadosamente invertida, está siendo desperdiciada en trivialidades. Los héroes del capítulo once de Hebreos se apropiaron de su fe para conquistar reinos, tapar la boca a los leones, extinguir el poder del fuego, poner en fuga a los ejércitos del enemigo, ejecutar actos justos, recibir a sus muertos de regreso, y finalmente, para soportar torturas, vituperios, azotes, prisiones y cárceles.
¡Hoy la fe de Cristo es a menudo desperdiciada en egoísmo! ¡Logros personales, éxito, aumento de bienes, riquezas terrenales y prosperidad sin límite, con perfecta salud y una felicidad sin mancha!
¿Por qué será que los cristianos pueden invertir todas las clases de fe en un intento de llegar a ser prósperos y felices, pero no pueden tener fe para que su casa y sus vecinos sean salvos? ¿Por qué tan poca fe para recibir la santidad de Cristo? ¿Por qué tan poca fe para evangelizar a un mundo perdido?
Uno de estos días, muy pronto, Dios nos va a poner de espaldas contra la pared y nos va a pedir cuentas de la forma en que manejamos Su preciosa fe. ¿La gastamos sólo en trivialidades, como si la fe sólo existiera para hacernos la vida más fácil? ¿No nos preguntará el Señor, con ojos penetrantes, por qué no usamos sus riquezas sabiamente? ¿Qué pasará en el tiempo que viene pronto, cuando legiones de demonios sean soltados sobre esta generación, y los gobernadores de las tinieblas extiendan sus reinos siniestros, y furiosas tentaciones; cuando los ejércitos de Satanás vengan en contra de nosotros, y los burladores y los torturadores y los anticristos se levanten para acosar a los hijos de Dios? ¿Estará el pueblo de Dios, los mayordomos de Dios, en la línea del frente haciendo una gran demostración de fe para la gloria de Cristo, o estarán de pie delante del Juez para ser despojados y echados fuera por malgastarla? ¡Señor, ayúdanos!
LA GRAN LECCIÓN
La gran lección de esta parábola va más allá de la tragedia de una iglesia que desperdicia las riquezas de Cristo en intereses egoístas; va hacia el pensamiento corrupto de los mayordomos cristianos que han sido despojados de la autoridad divina. Los mayordomos del evangelio que desperdician el tiempo, la fe, el poder y otros recursos divinos van, por consiguiente, a perder su autoridad espiritual en Cristo y van a ser libres para comprometerse con sus propios planes y proyectos. Perderán su unción y se arrastrarán inventando un evangelio que perpetúe sus propios intereses.
“Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía” (Lc. 16:3).
Los mayordomos que malgastan la riqueza de su amo y pierden la unción llegan a estar completamente dedicados a su propia supervivencia.
Ya no es su interés principal: “¿Qué puedo hacer por el Señor?”, sino, “¿Qué puedo hacer por mí?”. Esto incluye tanto a discípulos como a ministros.
Le pregunté al espíritu Santo por qué este mayordomo no se arrepintió simplemente y se arrojó en la misericordia de su amo. ¿Por qué salió y empezó a planear y a hacer proyectos para protegerse a él mismo y su futuro? Yo creo que la respuesta es que había ido muy lejos y se había colocado más allá de la redención. Sus propios intereses le habían endurecido, se había entregado a un corazón dividido. Si crees que los predicadores centrados en sí mismos y los discípulos nunca están más allá de salvarse, no conoces la Biblia. Así eran Ananías y Safira; también Alejandro e Himeneo a quienes Pablo entregó a Satanás para que otros temieran; también aquellos de Romanos 1, que cayeron de la fe a la profundidad de una mente reprobada.
Te lo digo con dolor en mi corazón, que ahora ya hay ovejas, ministros y ministerios que han sido desechados por Dios. Estos son los que han sido engañados por espíritus mentirosos, habiendo sido advertidos una y otra vez por el Espíritu Santo y por los profetas de Dios, de que se arrepintieran y que se humillaran. Ellos fueron absorbidos por el egoísmo; empezaron a fornicar con madera y piedras, se convirtieron en constructores de templos y de monumentos de realizaciones personales; y rechazaron una vida de quebrantamiento y humildad. ¡Dejaron el closet de oración por sus intereses y por la obra de sus manos! Temerariamente malgastaron el dinero de Dios, la fe de Dios, el tiempo de Dios y el poder de Dios.
Por toda la nación, oigo de gente santa de oración, la misma cosa que oigo de mi Padre del cielo. Aquellos que están caminando con Dios, viviendo en el Espíritu, instintivamente sienten que Dios ha descubierto, y que deplora, todas las abominaciones en la iglesia, en el púlpito, en las predicaciones y en algunos ministerios populares.
No todos son corruptos, ¡gracias a Dios! Hay un remanente creciente de santos y ministerios que se han vuelto a la justicia y a la oración. Pero el verdadero cuerpo de Cristo debe orar por sabiduría divina para discernir a aquellos que ya han sido despojados de la autoridad espiritual y de la unción. Un mundo creciente de cristianos de oración ahora comparten el mismo dolor de Dios por toda la mezcla con el mundo, y sus corazones claman que Dios trate esto pronto. ¡Creo, sin lugar a dudas, que está a punto de hacerlo! Si Dios puede hacer caer a Babilonia en una hora, seguramente puede limpiar esta mezcla en Su templo en un momento.
La mayor parte de los mayordomos modernos que han sido despojados por Dios de todo servicio espiritual no son tan sabios como el mayordomo injusto, no se dan cuenta de que ya todo terminó. No se han dado cuenta de que ya han sido despojados de su mayordomía. Pero tú te puedes dar cuenta que se acabó, por los planes y proyectos que presentan centrados en el hombre. Los intereses de Dios ya no son lo más sobresaliente, ahora lo único importante para ellos es su próximo proyecto. Terminan un proyecto de hombre solamente para lanzar otro más espectacular que el anterior.
Mi corazón clama: “¡Oh, mi bendito Señor! ¿Cuándo se despertará el pueblo de Dios y empezará a discernir que todo ese loco gastar, esa construcción, y esa mentalidad mundana representan un despilfarro hecho por cristianos y por ministros que ya han sido desechados por el Espíritu Santo y que están a punto de ser llamados a cuentas? ¿Cuándo dejará el pueblo de Dios de aguantar tal tontería? ¿Cuándo se despertará el cuerpo de Cristo y gritará en contra de esto y dirá: ¡Basta!” No hay ya profetas de Dios en la tierra? ¿No quedan pastores con suficiente discernimiento del Espíritu Santo y con autoridad espiritual para despertar a esta gente respecto a ese peligroso desperdicio de los recursos de nuestro Señor? Es triste, pero es cierto, que en algunos de los más conocidos ministerios del país hoy en día, ni con mucho se escucha la verdadera Palabra de Dios. Yo no soy juez, pero por sus hechos es patente que algunos están más allá de la censura, cegados por sus propios consejeros, cegados por ambición, cegados por los dioses del éxito y el poder.
Algunos de ellos no recibirían un solo profeta hoy en día, están tan altos y son tan poderosos, están tan confiados en sí mismos, tan ricos, tan influyentes, tan establecidos en sus caminos, tan comprometidos con sus propios planes y proyectos, que no pueden escuchar nada.
¡Sus ojos están cerrados, sus oídos no oyen, y no saben que la gloria se ha ido y que Icabod ha sido escrito sobre sus puertas! Y tan cierto como que el mayordomo injusto fue derrocado, así también ellos caerán. Dios va a cortar el suministro y va a hacer una cosa tan sorprendente que los oídos de todos los que lo oigan van a retumbar.
Llamo a todos los santos que oran en toda la tierra que empiecen a ayunar y a orar por la limpieza dentro de la casa de Dios y entre sus ministros y ministerios. Que empiece conmigo y con el ministerio a mi cargo. Yo necesito esta purificación tanto o más que todos los otros. Ora porque el fuego santo de Su santidad llene de temor todos los púlpitos. Ora para que Dios salve los ministerios que aún pueden ser salvados, que Dios humille y rompa las voluntades necias de los hombres centrados en ellos mismos, que haya arrepentimiento y un regreso a la pureza y a la honestidad. Ora para que ellos respondan pronto. Únete a todos los otros santos que oran. ¡Que ya no se malgasten los recursos de Dios! Ya no más alianzas con aquellos que no tienen preocupación por los intereses de Dios, sino que usan a otras personas para aumentar sus intereses egoístas. ¡Ya no más confiar en aquellos que ofrecen un evangelio barato y de oferta!
¡Dios danos profetas y pastores y evangelistas, puros, separados, quebrantados, que se den completamente para la gloria de Jesús, que puedan tronar en contra del pecado y de la corrupción y hagan temblar a los adúlteros, a los que se divorcian, a los laicos y ministros tibios en la casa de Dios! Creo que el pueblo de Dios está clamando por líderes que sean ejemplo de santidad, y que los conduzcan a caminar más profundamente con Cristo. Creo que la congregación está más hambrienta de Dios que muchos del púlpito. Algunos ministros jóvenes me dicen que no pueden encontrar a hombres ancianos de Dios a quienes puedan mirar como modelos de santidad y pureza. La gente quiere moverse en Dios, quieren fuego en el púlpito y convicción en las bancas. Quieren que el Espíritu de Dios despierte a sus iglesias y los saque de la corrupción. Al menos, eso es lo que oigo de los que me escriben.
UN EVANGELIO BARATO, CARENTE DE COMPROMISO
Este mayordomo despilfarrador dijo: “Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas” (Lc. 16:4)
Procedió a llamar a todos los deudores de su amo y les ofreció tratos con tarifas reducidas. Al deudor que debía a su amo cien medidas de aceite le decía que sólo pagara cincuenta. El redujo el trato de otro deudor que debía cien medidas de trigo. Le dijo que sólo necesitaba pagar ochenta medidas. Les ofreció a todos los deudores atractivas rebajas en los tratos.
Cuando el Espíritu Santo se va de un hombre o de un ministro, y él toma el control, toda clase de convenios se ofrecen a los deudores. Es por eso que estamos oyendo ese evangelio barato y rebajado desde tantos púlpitos.
Ahora hemos llegado al corazón del mensaje de esta parábola. Estos mayordomos que han sido despojados, van por ahí haciendo tratos rebajados con deudores que andan buscando una forma de pago barata. ¿Quién quiere pagar el precio completo de la redención cuando hay en pie una oferta de saldar la cuenta con una salvación barata? ¿Quién quiere llevar los sufrimientos de Cristo cuando puedes “cumplir” con menos? ¿Por qué soportar la muerte, la cruz, el oprobio y el rechazo cuando simplemente, reclamas tus derechos y puedes volar justo hasta el paraíso sin pena ni sacrificio? ¡Santos, alíniense -es tiempo del evangelio basado en tratos baratos-!
¡Quédate enfrente de tu televisión, llena tu alma y tu mente con toda la porquería de los pozos del infierno, sigue adelante, disfruta el cine escandaloso, el teatro para adultos; corre con la multitud, bebe, fuma, ve a centros nocturnos, cuenta chistes groseros; divórciate, haz trampas, fornica; gasta, compra y endrógate; no ores, no ayunes, no clames, no hables de cargas, de santidad y de apartarse del mundo! ¿Por qué? ¡Porque es el día del evangelio barato y rebajado, sin dolor, sin poder, contaminado! Se ofrece diariamente por radio, por televisión y en cruzadas y en las iglesias por todo el mundo.
“Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente... Y yo os digo: Ganad amigos pro medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas” (Lc. 16:8-9)
Que quede esto claro. Dios no está alabando el mal proceder del mayordomo, ni está recomendado sus acciones como tales. El sólo recomienda la forma astuta en que el mayordomo injusto se condenó a sí mismo. El amo alabó la manera en la que selló su ruina. En otras palabras: “Tú pensaste sabiamente en ofrecer estos tratos rebajados. Pero cuando todo se venga abajo, y se vendrá, tú y todos los que participaron contigo en tus ofertas deshonestas, serán enviados a los lugares donde habita Satanás”.
Lo que Dios nos está diciendo es que no hay atajos, no hay consagraciones a medias, no hay caminos fáciles a la gloria, o sin dolor. Vamos a pagar el precio completo, esto significa que tomemos nuestra cruz, nos neguemos a nosotros mismos y lo sigamos a El hasta la plenitud de la vida de resurrección. En el día del juicio todos los mayordomos despojados y sin poder se van a parar delante del trono del juicio de Jesús, mirando no sólo sus ojos llameantes sino que también verán a los pobres hijos perdidos del reino a quienes ellos engañaron con ese evangelio parcial. ¡Qué alarido será oído! Ellos rechazarán a sus falsos profetas, gritando: “¡Falso! ¡Impostor! ¡Pastor cruel! ¡Hijo de Icabod! ¡Inventor de mentiras! ¡Nos heriste con ceguera con tus medias verdades!”.
Todo lo que le puedes elogiar a algunos hombres de Dios y a ciertos ministros hoy en día, es que su astucia y su ingenio están proveyendo para ellos y sus seguidores un camino con Jesús a un precio de oferta. Y es astuta la manera en que las Escrituras son torcidas y entrelazadas para hacer que suenen correctas y aprobadas por Dios. Han ido ya tan lejos que muchos pueden pecar a voluntad y no ser convictos de pecado. Pueden decir con el Israel apóstata, “Librados somos para seguir haciendo todas estas abominaciones” (Jer. 7:10). Doctrinas de demonios y doctrinas de falsa seguridad son ofrecidas a aquellos que escogen vivir vidas carnales y sensuales.
El mayordomo injusto pensó que había asegurado su futuro, pero era una falsa seguridad. El seguía siendo el mismo hombre permisivo, tramposo y sensual que siempre había sido, y los amigos que iban con él eran de su misma naturaleza, todos ellos cegados por una falsa seguridad. Puedes estar seguro que pagó un alto precio por su engaño. ¿Quién puede dudar que el amo rechazó los tratos rebajados que ofreció el mayordomo injusto? Yo creo que el amo demandó el precio completo.
Dios le dijo a la iglesia de Laodicea, tan llena de bienes y que alardeaba de no tener necesidad de nada, en realidad eres desventurada, pobre, miserable, ciega y desnuda. Y hasta que no renuncie a toda la tibieza, Dios la vomitará de Su boca a ella y todo lo que representa. Este hecho espantoso ya está sucediendo.
¡Dios danos mayordomos fieles! Danos santos en el púlpito y en las bancas que se vuelvan al Señor con todo su corazón, que rompan sus ídolos, y caigan contritos delante de Tu presencia. Y Dios, vuelve a traer el evangelio de justicia, de separación del mundo, y mandamientos santos de amor, y levanta ejércitos de vencedores que alisten sus lámparas y se preparen para recibir al Novio. Dios, llévanos a la Cruz, a la muerte de nosotros mismos, a reconocernos muertos al pecado por fe, y a la resurrección en el reino de Vida Eterna en Cristo. Amén.
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LA DOCTRINA DE JEZABEL
Por: David Wilkerson
Podría dar un subtítulo a este mensaje "El Peligro de Ser Seducidos por una Falsa Doctrina". Lea Apocalipsis 2:18-29 y verás que el mismo Cristo advirtió a la iglesia contra la doctrina de Jezabel. "Toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos" (Ap. 2:20). La palabra en griego aquí para Jezabel es un sinónimo de falsa maestra. Ella representa claramente doctrinas falsas. Jesús aclara esto mediante lo que continúa, "… a cuantos no tienen esa doctrina…" (Ap. 2:24).
Aquí está un grupo de gente de Dios, llena de buenas obras y caridad, teniendo una forma de fe y paciencia. Pero los ojos de Jesús aparecen entre ellos como llamas de fuego. Aun con todo lo que es bueno y meritorio, hay algo muy peligroso que le sigue, algo tan seductor que Cristo advierte que El enviará juicio y los hará que sean un ejemplo para todas las iglesias. Ciertos miembros de la iglesia se estaban vendiendo a Satanás. Sus buenas obras, caridad, servicio, fe y paciencia estaban eclipsados por una seducción en la que se habían involucrado, una seducción de falsa doctrina. Estaban bajo el encanto de una enseñanza falsa, una enseñanza que vino disfrazada como la Palabra de verdad pero que de hecho era diabólica.
LA SEDUCCION DE LOS SIERVOS DE DIOS
Cristo dijo "mis siervos" están siendo seducidos. Ministros hemos llegado a esta mismísima condición peligrosa de la que Cristo nos advirtió. Hay multitudes de pastores, maestros y evangelistas completamente seducidos bajo el encanto de la doctrina de Jezabel. Estos maestros seductores a su vez están produciendo "hijos de seducción". Ellos enseñan fornicación y consumo de comida de ídolos esto es fornicación espiritual. Esto significa estarse alimentando de comida demoniaca de doctrinas que excusan el pecado.
Deseo decir en términos no inciertos, que es peligroso establecerse bajo una enseñanza errónea. Una doctrina falsa puede condenarte más fácilmente que todas las lujurias y pecados de la carne. Falsos predicadores y maestros están enviando más gente al infierno que todos los vendedores de drogas, lo alcahuetes y prostitutas juntos. Esto no es una exageración -yo lo creo-. Multitudes de ciegos y extraviados cristianos están cantando y alabando al Señor en iglesias esclavizadas por doctrinas falsas, miles están sentados bajo maestros que están enseñando la doctrina de demonios -y se apartan diciendo, "No fue esto maravilloso"-.
Cristo no toma este asunto a la ligera. Sus ojos están aun traspasando la iglesia, y El ha venido para advertir, para exponer y para salvar a su pueblo y a sus siervos de esta terrible seducción. Sería mejor quetomáremos en serio esto. Seriedad en cuanto a la iglesia a la que asistes. Seriedad en saber a quien estás escuchando. Seriedad en la enseñanza que recibe tu corazón.
El pueblo de Dios se está vendiendo a Satanás por todas partes entregándose ellos mismos en manos de maestros falsos y promotores de falsas doctrinas. Cuando oímos hablar de venderse a Satanás creemos que se refiere a los adictos y alcohólicos, prostitutas afligidas y de ateos que odian a Dios. No es así. Esto está sucediendo en la iglesia, en las reuniones de evengelio, en convenciones y en los grandes seminarios de enseñanza.
La marca de un cristiano seducido es que es "llevado de un lado para otro" buscando algo nuevo, diferente, una enseñanza extraña. La biblia advierte, "No os dejeis llevar de doctrinas diversas y extrañas" (Heb. 13:9). No sean llevados hacia allá y hacia acá, de un lado hacia otro. Esto no se refiere a aquellas raras veces que un creyente maduro va a escuchar a un hombre de Dios predicar a Cristo y arrepentimiento. Esto se refiere a ir corriendo de un lado hacia otro, de un seminario a una convención, de una iglesia a otra, de una reunión de milagros después de una de sanidad, sin tener raíces. Sus oídos siempre tienen comezón de oir algo nuevo, algo sensacional, algo de entretenimiento, algo placentero a la carne. Los tenemos en nuestra iglesia en Times Square -callejeros, plantas rodantes humanas que pasean los vientos de doctrinas-. Esta clase de personas no regresan porque rehusamos rasguñar oídos que tienen comezón. Ellos quieren ser acariciados, no reprobados. Así es que ellos regresan hacia sus maestros -los sosegadores, los felices pensadores positivos-. Ellos se parecen a los atenienses que "pasaban su tiempo en ninguna otra cosa sino en decir o en oir algo nuevo" (Hch. 17:21). Pablo advirtió a Timoteo, "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias" (II Tim. 4:3).
LA DOCTRINA DE CRISTO
La marca de un creyente maduro es un rechazo a ser "fluctuante, llevado por doquiera por todo viento de doctrina…" (Ef. 4:14). Tales creyentes no pueden ser manipulados por ningún maestro. Ellos no necesitan correr de un lado a otro porque están bebiendo de la Roca. Ellos están creciendo en Cristo. Ellos se están danto un banquete en los verdes pastos. Ellos han circuncidado sus oídos y miden a cada maestro, cada doctrina, en la medida de cuanto se conforma a la santidad de Cristo. Ellos pueden discernir todas las doctrinas que son falsas, y son rechazadas al ser enseñanzas extrañas y nuevas. Ellos han aprendido de Cristo. Ellos no serán detenidos por la música, amistades, personalidades o milagros, sino por un hambre por la Palabra pura.
Existen únicamente dos doctrinas. La doctrina de Cristo y la doctrina de Jezabel. Pablo dijo, "…para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador" (Tit. 2:10). ¿Cuál es la doctrina de Cristo? La gracia de Dios nos enseña que negando las perversas y mundanas lujurias, vivamos sobria, justa y piadosamente, en este mundo presente. (Tit. 2:11-12). La doctrina de Cristo te conformará a la imagen de Cristo. Ella expondrá cada pecado oculto y cada anhelo malo.
¿Está tu maestro reprendiendo con autoridad, hablando y exhortándote a abandonar el pecado y a quitar todos los ídolos como se instruye en Tito 2? ¿Estás aprendiendo a odiar el pecado apasio- nadamente? ¿O sales de la iglesia, no convencido aún profundamente? ¿Puedes dejar de adherirte a los pecados consentidos? El mensaje de la doctrina de Cristo es, "Limpiémonos de toda contaminación de carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (II Cor. 7:1).
Muchos nos escriben diciéndonos, "nuestro pastor se mantiene diciendo, ‘No estoy aquí para predicar en contra del pecado; estoy aquí para elevar a Jesús’, o, ‘Ninguna de esas predicaciones de condenación se predican desde este púlpito -no estoy aquí para reanimar el temor y la desesperación en mi gente’"-. Aun con predicadores pentecostales existen dos extremos. Algunos gritan un evangelio duro legalista y sin amor; mientras otros predican contra el pecado como cobardes retractándose de todo en el mismo mensaje. Falso amor y lágrimas de cocodrilo.
La doctrina de Cristo es una doctrina de piedad y santidad. "Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas" (I Tim. 6:3-4). Algunos nos dicen "mi maestro habla de santidad". Pero no me refiero exactamente a que use las palabras "santo" y "piadoso"; me refiero a predicarlo con toda autoridad. La predicación de la doctrina de Cristo te bendecirá, fortalecerá y te animará, pero también te convencerá tan profundamente de tal manera que ya no podrás acomodarte en ella y al mismo tiempo estar adherido a una lujuria secreta.
LA DOCTRINA DE JEZABEL
Veamos esta doctrina de demonios y comprobemos si tu estás en peligro de estar vendiéndote a Satanás. Existen tres marcas para distinguir la doctrina de Jezabel. Todas estas fueron encontradas en la Jezabel del Antiguo Testamento, la madre y la encarnación de las falsas doctrinas. Jesús dio a Jezabel un sinónimo de falsa doctrina. Es una doctrina que enseña que algo malo puede ser bueno, que lo profano puede ser puro.
Jezabel, en hebreo significa "casta, virtuosa, sin idolatría". Imagínate, la más impía, más idólatra, astuta y odiosa mujer en toda la Biblia llamada virtuosa, sin pecado. Algo muy malo es llamado bueno. Pero irónicamente, ¿es esto "casto (puro, honesto)"? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo se convirtió en casta? ¿Cuándo? ¿Dónde?
Veamos a Acab. "Y reinó Acab hijo de hombre sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de hombre hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró" (I Re. 16:30-31). Acab significa "uno como padre" o "sellado con la naturaleza de su padre". Jezabel representa doctrina falsa y Acab es su víctima. La Biblia declara que no fue suficiente que Acab tuviera un corazón inclinado hacia el pecado, idolatría y conformidad al mundo. El trajo a su vida una influencia satánica, que lo confirmaría en su pecado. "A la verdad ninguno fue como Acab que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová; porque Jezabel su mujer lo incitaba" (I Re. 21:25).
El mensaje es que la tendencia de los cristianos quienes mantienen en secreto el pecado y la lujuria será para abrazar y llegar a casarse con una doctrina falsa la cual únicamente los excitará y confirmará en sus pecados. La última cosa que Acab necesitó fue una Jezabel. ¡Qué Peligroso! Ella sacó lo peor que había en él, lo magnificó y lo destruyó. Así es que esto ocurre con una falsa doctrina. Si hay algún pecado, lujuria o mundanalidad en ti, la última cosa que tú necesitas es una doctrina que saque lo peor que hay en ti. Cuando David pecó con Betsabé, el no tuvo necesidad de un falso profeta con un deleitante mensaje que le dijera que tanto lo amaba Dios. El tuvo necesidad de un profeta verdadero, Natán, con un dedo amenazador, que le dijera, "Tú eres el hombre". Aquellos que predican la doctrina de Cristo le enseñan a la gente la diferencia entre lo malo y lo bueno. No hay mezcla en sus labios. "Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio" (Ez. 44:23). Ezequiel denuncia a estos falsos profetas que se enriquecen a si mismos trayendo un mensaje que excusa el pecado. "Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como león rugiente que arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ellos. Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas. Y sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado" (Ez. 22:25-28).
Como resultado de esto, tenemos una generación entera de muchachos confundidos que aún no pueden reconocer lo malo cuando lo están viendo. Los falsos profetas los han engañado. Ellos lo llaman bueno cuando se ven rockeros con el cabello morado, vestidos como sado-masoquistas, pavoneándose y girandosexualmente en el púlpito, tocando su "rock ‘n roll". A ellos se les ha dicho que el sexo fuera del matrimonio es bueno mientras tu estés enamorado y respetes a la otra persona. Los predicadores y maestros se han convertido en los más grandes defensores del pecado en la nación.
LA DOCTRINA DE JEZABEL PROMUEVE LA CODICIA
"Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te de a ti la heredad de mis padres. Y vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama y volvió su rostro, y no comió. Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu, y no comes? El respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si más quería, le daría otra viña por ella; y el respondió: Yo no te daré mi viña. Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel" (I Re. 21:3-7).
Escuchen la doctrina de Jezabel, "Tú eres rey. Número uno. Tú tienes derechos. No permitas que nadie te impida obtener lo que deseas". Ella le dijo a Acab, "Levántate. Alégrate. Regocíjate. Te la conseguiré yo". En pocas palabras éste es el evangelio de prosperidad. "No sudes. No te sientas triste o condenado por aquellos deseos que te están devorando. Los conseguiré para ti". Durante siglos la iglesia predicó sacrificio y censuró la codicia, llamando un pecado el ir tras las cosas materiales. Pero más adelante vino la doctrina de Jezabel diciendo, "Lo conseguiré para ti". Así como los métodos engañosos usados por Jezabel, estas doctrinas tuercen y mal emplean las Escrituras.
La más grande decepción en la iglesia moderna es el asunto de usar la Palabra de Dios para poner una señal de aprobación a la codicia. Aparentemente la doctrina de Jezabel funciona (ver I Re. 21:14-16). Logró que Acab obtuviera lo que él deseaba. El se posesionó de sus drechos porque cuando un hombre era apedreado por alta traición contra el rey, todos sus derechos pasaban a manos del rey. Nunca ha existido una pregunta por qué para muchos esta doctrina de prosperidad funciona. Como Acab, ellos están disfrutando sus posesiones. Pero Acab no pudo disfrutarla a causa de un molesto profeta de Dios. "Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita, diciendo: Levántate, desciende a encontrarte con Acab rey de Israel, que está en Samaria, he aquí él está en la viña de Nabot, a la cual ha descendido para tomar posesión de ella. Y le hablarás diciendo: Así ha dicho Jehová: ¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle diciendo: Así ha dicho Jehová: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre. Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado enemigo mío? El respondió: Te he encontrado, porque te has vendido a hacer lo malo delante de Jehová" (I Re. 21:17-20).
Imagínense a Acab caminando alrededor de su nueva posesión diciendo: "¿No es dulce la vida? Ah. Jezabel. Pueda que no esté de acuerdo con todos sus métodos, pero ella lo logró". Pero siguiendo cada una de sus pisadas está el profeta Elías. Acab se tambaleó impactado. El sabía lo que le esperaba. Su conciencia le dijo, "Me encontraste, enemigo mío".
Así ocurre hoy en día. Dios ha enviado profetas por toda la tierra, clamando en voz alta, confrontando la doctrina materialista de Jezabel, haciéndola tan incómoda como para que los cristianos disfruten de sus juguetes y adquisiciones. Ellos se han vendido. No pueden verlo, pero el pecado está detrás de todo esto. Cada vez que clamo en contra de la doctrina de la prosperidad siento el poder y el espíritu de Elías sobre mi. Ustedes van a escuchar exponer aun más y más esta doctrina de Jezabel. Por dondequiera, serán escuchadas voces proféticas fuertes y claras, clamando, "Pecado. Tu gozaste vendiéndote al pecado".
JEZABEL ODIA A LOS PROFETAS DE DIOS Y LAS PROFECIAS DIVINAS
"Acab dió a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había dicho, y de como había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos" (I Re. 19:1-2).
Los cristianos atados por la doctrina de Jezabel no tienen consideración alguna para los santos profetas de Dios. Ellos se sientan fríamente, como lo hizo Jezabel, inmóvil, mientras Acab le detallaba la milagrosaexhibición de la autoridad sobrenatural en el Monte Carmelo. Escuchen a Acab, "Pero Jezabel, tal vez necesitamos escuchar. Lo vi con mis propios ojos. Nuestros profetas danzaron y gritaron por horas, pero no había poder. Elías solamente habló la palabra de Dios y el fuego cayó. La gente inclinó sus rostros por todas partes arrepintiéndose. Ellos han dejado toda su idolatría. Dios envió un avivamiento de santidad". Pero Jezabel no estaba impresionada. Todo lo que esto hizo fue convertir su resolución en piedra.
Así sucede ahora. Los maestros de la doctrina de Jezabel y aquellos que como Acab son sus víctimas, no están abiertos a la convicción del Espíritu Santo, ni al mensaje de arrepentimiento y santidad. Ellos lo escuchan, y luego hacen lo que desean aún más determinadamente que antes en sus doctrinas. No existe el temor de Dios ante sus ojos.
La señal más exacta de un falso maestro y de una doctrina de Jezabel es apagar las advertencias proféticas y el rechazo a escuchar acerca del juicio. Ellos lo llaman abatimiento y sentencia. Ellos se ríen, se burlan y lo ridiculizan. Ellos no tienen respeto por ninguna advertencia negativa. Jeremías dice que tales pastores están ciegos y sordos. El Señor dice, !Obedeced… Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante" (Jer. 7:24-28).
Aquellos que enseñan la doctrina de Jezabel se dicen ser profetas. Pero existe una prueba para saber quien es profeta verdadero y quien es falso. Los profetas de Jezabel profetizan únicamente cosas buenas, solamente paz y prosperidad. "Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra. Por tanto, así ha dicho Jehová de los Ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra. Así ha dicho Jehová de los Ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros" (Jer. 23:14-17). Ellos no hacen que la gente se arrepienta de su impiedad. Ellos hablan de sueños y actúan tontamente en el púlpito. Son engañadores.
EL CONVENIO DE ACAB CON EL MUNDO
Acab se arrepintió con la predicación de Elías. El mensaje de Elías lo afectó profundamente. El rentó sus ropajes y caminó por unos momentos en humildad. Dios llamó a esto arrepen timiento. "¿No has visto como Acab se ha humillado delante de mi?" (I Re. 21:29). Desde ese día él pudo mirarse hacia atrás y decir, "¿Arrepentimiento? Sí. Bajo la predicación de ese gran profeta de Dios, Elías, en mi jardín de Jezreel…" Para él fue una experiencia única, no un diario caminar. No duró mucho. El problema era que él había hecho un pacto con el mundo. El estaba de acuerdo con el pecado. El había llegado a ser un hermano y amigo del mundo. "Hermano" aquí significa "afinidad", uno como yo, uno a quien respeto. El estaba en convenio con lo que Dios había maldecido. Y así el día de hoy, existe un arrepentimiento superficial. Pero ustedes darán marcha atrás si no rompen su pacto con el mundo.
Acab proclamó amar la verdad, pero en lo más íntimo él odiaba el ser reprendido. Acab y Josafat iban a ir a la guerra contra los Sirios. Cuatrocientos profetas falsos estuvieron predicando éxito: "Vayan y serán prosperados. Ustedes pueden lograrlo". Así permanece ahí el solitario profeta que estaba en contra de los cuatrocientos falsos. Escuchen la demanda de Acab por saber la verdad: "Y Micaías respondió: Vive Jehová, que lo que Jehová me hablare, eso diré. Vino, pues, al rey, y el rey le dijo: Micaías, ¿Iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o la dejaremos? El le respondió: Sube, y serás prosperado, y Jehová la entregará en mano del rey. Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces he de exigirte que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová?" (I Re. 22:14-16). Sin embargo en su corazón él no quería escucharla; él la odiaba. Así que él encarceló al profeta.
Pastores, maestros y aquellos en la congregación, hoy en día dicen todos, "Queremos únicamente la verdad. Que se predique tal como es. Adelante. Vacíenla. No importa cuanto duela". Pero en sus corazones algunos están hirviendo, "Esto es demasiado triste. Muy duro. No puedo soportarlo".
Acab estaba ciego ante el terrible hecho de que él estaba siendo guiado por espíritus de mentira. Este espíritu de mentira no era de Dios, sino bajo su mandato. Los espíritus malos y mentirosos deben ir o venir a su palabra. Ellos no son de Dios, pero son enviados por Dios, "el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas" (I. Re. 22:22-23).
Este espíritu de mentira causó que Sedequías, un profeta falso, se jactara de que el Espíritu de Dios estaba sobre él. El Espíritu mentiroso en él, pudo declarar honestamente, "El Señor me envió". Los espíritus mentirosos son muy persuasivos -"Le inducirás"- (I. Re. 22:22). Acab estaba ahora totalmente persuadido de que él estaba escuchando la voz de Dios y que regresaría victoriosamente.
Los cristianos atados por la doctrina de Jezabel están cien por ciento seguros de que ellos están bien. No pueden ver el engaño. Acab no se fue pensando, "Micaías está bien; él tiene la mente de Dios. Los cuatrocientos son falsos; ellos no tienen una palabra de Dios". No. El se fue totalmente convencido, total- mente engañado, totalmente seducido. El estaba convencido de que Micaías estaba equivocado y los cuatrocientos estaban bien.
¿POR QUE ALGUNOS CRISTIANOS CAEN EN TAL DECEPCION?
"He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan. Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso e incensando a Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis, ¿vendréis y os pondréis delante de mi en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones?" (Jer. 7:8-10). Hay una res- puesta. Están apapachando algún pecado consentido, algún ídolo secreto en el corazón. Una justificación de pecado. Un caminar con el mundo. Una hermandad con el mundo. Luego vienen a la casa de Dios jactándose "No soy culpable". Esta es una invitación abierta a espíritus de mentira.
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Los Falsos Profetas
Escucha el análisis de un ministro de Dios sobre este falso profeta.
¿Que hacemos con Marcos Witt?
PROFETAS DE LA MENTIRA
Por David Wilkerson
Ezequiel se enfrentó solo contra todos los falsos profetas de Israel. Estos profetas no estaban involucrados con el mensaje de justicia y de juicio inminente. En vez de esto, ellos profetizaron una era de paz, comodidad y prosperidad.
Ezequiel 13 es la pura palabra de Jehová contra predicadores y profetas quienes apapachaban a las personas con palabras carnales agradables que, decían, eran del Señor. Sus palabras fueron maquinadas para hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo en momentos en que el pueblo se enfrentaba a un juicio inminente de parte de Dios. De hecho, ellos no estaban satisfechos con sólo profetizar buenos tiempos por venir desde sus grandes casas y sus cómodas camas hechas de marfil: ellos buscaron proveer una almohada para cada codo.
“Ay de aquellos que ponen almohadillas debajo de todos los codos...” .
(Ezequiel 13:18) Original hebreo por Spurrell
“...He aquí yo estoy contra vuestras almohadillas, con que cazáis (seducen) las almas...” .
(Ezequiel 13:20) Original hebreo por Spurrell
Ezequiel se encontraba horrorizado al ver a los profetas que habían desarrollado el arte de hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo. El Señor dijo: “Mi pueblo ha puesto sus ídolos en sus corazones; ellos descaradamente han establecido piedras de tropiezo en iniquidad; ya que todos ellos se han apartado de mi por sus ídolos” (Ezequiel 14:1-5, paráfrasis del autor).
La verdadera palabra del Señor fue: “Jehová dice: Come tu pan con temblor, y bebe tu agua con aflicción y con desfallecimiento. Y dile al pueblo, su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran. Las ciudades habitadas quedarán desiertas, y la tierra será asolada. Porque no habrá más visiones vanas, ni profecías de lisonjeros...” (Ezequiel 12:17-24, paráfrasis del autor).
Mientras Ezequiel estaba llamando al pueblo a la humildad y arrepentimiento, tratando de preparar al pueblo de Dios para los juicios que pronto vendrían, estos profetas de almohadilla profetizaban los sueños e imaginaciones de sus propios corazones. Dios no les había hablado, y aún así ellos introducían sus profecías con: “Escuchad la palabra del Señor...” Dios dijo: “YO NO LOS ENVIÉ. ELLOS NO HABLAN POR MÍ”.
Llevaban con ellos almohadas elegantes para ponerlas bajo los codos de aquellos que les seguían para oír sus falsas profecías. Ponían pañuelos sobre la cabeza de cada uno de sus discípulos, como una forma de declararle a los demás: “Muy buenos tiempos están por delante. No vemos sino paz y lujo”. Caminaban entre el pobre y el enfermo poniendo sobre su cabeza un pañuelo con encaje, como una señal de su confianza en el mensaje de los profetas de la autoindulgencia y la comodidad.
Ezequiel les habló fuertemente la palabra de Dios cuando las masas se congregaban a oír estas palabras placenteras y agradables.
“Los profetas de Israel que profetizan acerca de Jerusalén, y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor”. (Ezequiel 13:16)
“Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!". (Ezequiel 13:3)
¡Los profetas de almohadilla están todavía entre nosotros! Ellos hablan acerca de la palabra de Dios, acerca de profecía, y sazonan sus suaves mensajes con mucha Escritura. Pero hay una falsedad en lo que ellos predican. No están predicando la cruz o la santidad y la separación. No hacen demandas a los que los escuchan. Muy pocas veces hablan de pecado y juicio. Aborrecen el solo mencionar sufrimiento y dolor. Para ellos, los héroes del libro de los Hebreos fueron cobardes sin fe y perdedores sin dinero, quienes tenían miedo a reclamar sus derechos.
Tal como los profetas de almohadilla de Israel, su único deseo supremo es promover estilos de vida lujosa y hacer a las personas sentirse cómodas en su búsqueda de la buena vida. Ellos no están hablando de parte de Dios. Todo lo que ellos están haciendo es sentarse pasando almohadas. Una para cada codo de cada seguidor. Con razón las multitudes se congregan para sentarse a escuchar sus mensajes –sin ninguna demanda–. Estos mensajes no son el llamado de Cristo para negarse y tomar la cruz.
¿Cuál es la diferencia ente los profetas de almohadilla, y los verdaderos profetas de Jehová? El creyente que no conoce la diferencia está en un terreno peligroso. Con tantos que andan por ahí reuniendo enormes congregaciones, es imperativo tener discernimiento del Espíritu Santo. Los profetas que están confundiendo a la gente deberán ser confrontados y expuestos por la verdad. La mayoría de ellos se ven y se oyen sinceros, hombres de Dios amantes de la Biblia. Pero el Señor ha dado a su pueblo pruebas infalibles para probar lo que es verdadero y lo que es falso. Debemos probar cada hombre y cada mensaje a través de toda la palabra de Dios.
Permíteme traer tu atención a tres características de un verdadero profeta de Dios.
I. ¡Un verdadero hombre de Dios es consumido por una visión del Señor Jesucristo!
Él ha sido tan sumergido, tan profundamente dirigido y capacitado por esa hermosa y gloriosa visión, que no puede hablar de nada más. Él predica todo el consejo de la Palabra de Dios –siendo Cristo glorificado en todo–.
“Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” . (Hechos 20:27)
Dios dijo de los falsos profetas: “¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!” (Ezequiel 13:3).
Aun de Moisés se escribió: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27).
Jesús dijo de Abraham: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56).
Esteban tuvo una gloriosa visión de Él. “Y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:56).
Ananías dijo a Pablo: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca” (Hechos 22:14).
A sus propios discípulos, Jesús dijo: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis...” (Juan 14:19).
La cosa que cada uno de estos hombres de Dios tenían en común fue su vida controlada por la visión de Cristo el Señor. Cristo fue su más grande y único motivo de vivir. Ellos vieron a Cristo a través del ojo de la fe.
Moisés voluntariamente dejó la comodidad y la prosperidad de Egipto para sufrir privación en un desierto porque él había sido transformado y perfeccionado por una visión de Cristo. Nada más le importaba, ni aun su sueño de convertirse en el gran libertador. Él vio más allá de cualquier ambición humana. Él fue apartado de todo lo que era terrenal porque él había visto a Cristo. Él pudo soportarlo todo, porque nada en la tierra podía compararse con lo que sus ojos espirituales contemplaron.
Abraham se volvió totalmente apartado de este mundo y voluntariamente llegó a ser un extranjero en la tierra, porque sus ojos estaban puestos en la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios (Ver Hebreos 11:9-10). Pero sobre todo él había visto una visión de Cristo en su trono en aquella santa ciudad. Nunca volvió a poner su atención en las cosas terrenales o temporales. Su fe era edificada sobre su continua visión de Cristo. Él se regocijaba y estaba contento, porque tenía puestos sus ojos en el invisible, el eterno, ¡Cristo!
Desde el momento en que Pablo le vio, todo lo demás aquí en la tierra se convirtió en basura (estiércol, en el griego original) para él. Desde el momento en que Cristo fue revelado en él, Pablo determinó no saber de nada más entre los hombres sino de su Señor.
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”. (Filipenses 3:7-10)
Él alegremente soportó trabajos, naufragios, que lo apedrearan, azotes, privaciones, cárceles; ninguna de estas cosas lo movieron de su fe porque él se gloriaba en la visión que tenía del Señor (Ver 2a Corintios 11:23-28).
Cualquier hombre de Dios que está atado a esta tierra o a las cosas de esta tierra no ha visto nada. Si él tuviera una visión de Cristo, si él estuviera en constante unión con Cristo, él no podría predicar de nada más. Él se pararía ante las multitudes, proclamando: “¡Estimo todas las cosas como pérdida –todo lo tengo por basura (estiércol)–. Es Cristo y Él solamente. Él es todo. Él llena todas las cosas. Él es toda mi vida!”.
Tal como sucedió a Isaías, el verdadero hombre de Dios que ve al Señor, alto y sublime, caerá sobre su rostro y llorará por sus pecados y los pecados del pueblo de Dios. Entonces él será limpiado y purificado e irá en el poder de su grandiosa visión a predicar a Cristo.
Dios le advirtió a Israel: “Los profetas son como zorras...” (Ver Ezequiel 13:4). En otras palabras, algunos no tienen ni siquiera un simple ojo enfocado en Cristo, sino que tienen los ojos llenos de avaricia. Despojan y roban la viña, tomando lo mejor para ellos mismos. ¡Andan en sus propios caminos, alimentando su propio ego!
Estos profetas egoístas, que buscaban lo suyo propio, decían y enfatizaban que habían oído la voz de Dios. Reclamaban que era una palabra profética directamente del cielo.
“Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos”. (Ezequiel 13:6)
Las multitudes del pueblo de Dios quienes corren a acercarse para oír mensajes suaves solamente necesitan tomarse un segundo, y honestamente mirar y observar lo que están oyendo y creyendo.
“¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?” . (Ezequiel 13:7)
“Sí, por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz; y uno edificaba la pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto”. (Ezequiel 13:10)
Su mensaje era: “Dios me ha dicho que todo está bien. No hay problemas en los tiempos venideros. ¡Buenos tiempos! No vendrá juicio o tribulación. El deseo de Dios es que todos estemos felices, prósperos y descansadamente...” ¡El Señor le llama a esto engañoso!
Yo no creo que los ministros estén tomando suficientemente en serio la tragedia de predicar el mensaje equivocado. ¡Cómo nos atrevemos a predicar paz y buenos tiempos contínuos e interminables a un mundo y a un pueblo que están al borde del juicio!
El pecado de Israel estaba a punto de explotar en fuegos increíbles de ira divina. Ezequiel no deseaba predicar tal mensaje que causaba molestias, especialmente a un pueblo que se amontonaba alrededor de los profetas de almohadilla, quienes le decían al pueblo de Dios que todo estaba bien.
Veamos lo que Dios estaba tratando de decir a su pueblo: “Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén. Y pondré mi rostro contra ellos: de un fuego escaparon pero otro fuego los consumirá... Yo he puesto mi rostro contra ellos... Haré que esta tierra sea desolada, por cuanto abusaron del pecado dice Jehová el Señor” (Ezequiel 15:6-8, Spurrell).
El pueblo rechazó la verdadera palabra de Dios. Las masas corrieron tras sus maestros para oír el mensaje engañoso: “Dios no es esa clase de Dios. Él desea únicamente lo mejor para todos nosotros. Gran paz y buenos tiempos están por delante. No escuchen a los profetas anticuados de juicio. Dios me ha dicho directamente desde su trono que lo mejor está por venir” (Ver 2a Timoteo 4:1-4).
Yo te pregunto a ti, ¿qué harán estos profetas de almohadilla cuando Dios comience a juzgar los pecados de esta nación y les quite su pan y su plenitud? Piensa en las multitudes de cristianos sinceros que no están preparados, quienes deberían estar arrepintiéndose de su tibieza; quienes deberían estar llorando por causa de su conformidad con el pecado y de su avaricia; quienes deberían estar dejando y abandonando todo en vez de estar acumulando.
Gracias a Dios, el Espíritu Santo está levantando un pueblo santo que está harto de todos los ministerios centrados en sí mismos y su clamor es: “¡Queremos ver a Jesús!”. El Evangelio centrado en el hombre no puede perdurar mucho tiempo más. Un tiempo de limpieza está por delante. Nos estamos dirigiendo a fuegos de refinamiento.
Mientras que los cristianos tibios avariciosos se echan a sus anchas a descansar en sus lechos de quietud y comodidad con lujos, un remanente se separará e irá en busca del Novio. Cristo se va a revelar al humilde, al pobre de espíritu, y la verdadera palabra de Dios fluirá hacia otros con unción y poder. La unión con Cristo se convertirá en la perla de gran precio.
II. El verdadero hombre de Dios predica y practica el negarse a sí mismo
¡Compara esto con lo que los profetas de almohadilla enfocan en sus mensajes! Dios dijo de ellos: “¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?” (Ezequiel 13:19). Una traducción moderna a este versículo es: “Estos profetas de almohadilla tienen dinero en sus mentes. El dinero les ha hecho mentirosos”.
He aquí un retrato completo de un profeta de almohadilla. Él permite que su imaginación corra desenfrenadamente. Él opera en la idea que la prosperidad durará para siempre. Edifica sobre sueños y planes. Para hacerlo necesita dinero –mucho dinero–. Su necesidad de dinero se convierte en el enfoque de su ministerio. Él termina diciendo mentiras al pueblo de Dios para conseguirlo. Entonces él lo contamina todo diciendo: “Dios me dijo...”.
El mensaje de Jesucristo es dolorosamente directo: “NIÉGATE A TI MISMO Y TOMA TU CRUZ”.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” . (Mateo 16:24)
Negarse a sí mismo. ¡Qué concepto que suena tan extraño en estos días de tantos mensajes acariciadores y cómodos! Estos profetas de almohadilla lo han rechazado por completo. Negarse a sí mismo es el abandonar y renunciar a todo lo que impide la presencia constante de Cristo.
No hay ningún mérito en negarse a sí mismo. Somos salvos por gracia solamente. No se trata de ganar los beneficios de Dios. Pero negarse a sí mismo quita todo lo que impide tener una comunión constante con Cristo. Pablo dijo: “Sino que golpeo mi cuerpo (lo disciplino) y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” (1a Corintios 9:27).
No estamos poniendo nuestros cuerpos bajo control; nuestras pasiones y apetitos no están bajo sujeción. Programas sensuales de televisión estimulan los apetitos carnales entre los cristianos hacia la pornografía. La lujuria y la sensualidad están casi fuera de control, aun entre los cristianos. Casi a diario escucho de pastores y hermanos que pasan horas viendo películas pornográficas.
Multitudes del pueblo de Dios, incluyendo predicadores del Evangelio, desperdician un tiempo precioso ante el ídolo de la televisión. Tal como Lot, nuestras mentes están siendo perturbadas por las cosas que vemos y oímos.
La comida se está convirtiendo en el narcótico de los creyentes. No necesitamos cocaína o alcohol, tenemos una droga legalizada: la comida. Nunca en todo el tiempo que tengo de convertido he visto tantos cristianos con apetitos fuera de control.
La verdad más profunda acerca de negarse a sí mismo va más allá de despojarnos de las cosas materiales. Tú puedes vender tu televisión, huir de todos los sonidos e imágenes eróticas, traer todos los apetitos de la carne bajo control, y aún no haberte negado a ti mismo.
Lo que Cristo está pidiendo, es una clase de devoción hacia Él mismo, que eche fuera del corazón todo lo que impide una profunda unión con Él. Es un compromiso a convertirnos en absolutamente nada ante Dios y los hombres. Es estar completamente dispuestos a decir como Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí...” (Gálatas 2:20).
El mundo deberá perder su encanto para nosotros. Debemos morir a toda ambición personal –a todas las ataduras, a las cosas terrenales– hasta que podamos decir honestamente: “Yo estoy muerto a este mundo y todo lo que representa. Ya no vivo yo”.
Físicamente vivo, ¡sí! pero yo debo morir a todo lo que impida mi visión y amor por Cristo. Cualquier cosa que sea deberá irse. ¿Lujuria, sensualidad, lascivia? ¿Planes de nuestro propio yo? ¿Amarguras, enemistades, rencores, envidias, malos sentimientos? ¿Reconocimiento? ¿Autoestima? Debo morir a todo esto. Debo traerlo todo a la cruz y ejecutar un juicio de mi propia persona.
¿Por qué los cristianos que están a punto de morir se separan tanto del mundo y de las cosas físicas y materiales? Es porque la eternidad está a la vista. Todo palidece en comparación al gozo que está por delante. ¿Por qué no podemos vivir así todo el tiempo? ¿Por qué no mantenemos nuestras mentes fijas en Cristo en todo tiempo?
III. Un verdadero hombre de Dios expone con atrevimiento santo el pecado. ¡Él nunca encubre la maldad!
Los profetas de almohadilla no tienen fundamento de santidad sobre el cual edificar. Ezequiel dijo: “Y será descubierto su cimiento...” (Ezequiel 13:14).
Los profetas de almohadilla estaban construyendo paredes con mezcla de cal y arena sin consistencia, o sea como un lodo suelto, y pintadas las grietas por encima con cal para blanquear las paredes.
Lo peor de todo, es que con su mensaje y la manera en que lo decían, “entristecieron con mentiras el corazón del justo y fortalecieron las manos del impío” (Ver Ezequiel 13:22). Dios les acusó de estar enviando al infierno las almas por ignorar el pecado. Esto entristeció a Dios, que hijos de Dios comprometidos con el pecado fueran animados, en vez de ser expuestos a su pecado. La ligereza en cuanto al pecado únicamente los confirmaba más a seguir envueltos en sus pecados.
Dios no permitirá a ningún ministro del Evangelio entristecer, perturbar o afligir a sus escogidos y seguidores devotos y sinceros sin su previo consentimiento. Pero tampoco permitirá Dios que los profetas de comodidad le llamen a lo malo, bueno –y apapachen a los cristianos apóstatas que necesitan arrepentirse–.
Ciertamente estamos llamados a predicar el Evangelio de gracia, misericordia y perdón. Pero al hombre de Dios también se le ordena levantar su voz, hablar fuertemente y no detenerse para mostrarle al pueblo de Dios sus pecados.
“Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”. (Isaías 58:1)
¿Podrá ser que no podamos levantar un patrón de santidad a causa de la corrupción en nuestros propios corazones? ¿Podrán nuestros propios pecados quitarnos ese atrevimiento santo de exponer el pecado? ¿Estaremos pasando por alto los pecados de otros a causa de los pecados habituales en nuestros corazones?
¿Conoces algún hombre de Dios que hable fuertemente con determinación contra el pecado? ¿Su mensaje suena no de legalismo sino de pureza profunda personal? Entonces siéntate y escucha su mensaje, porque él tiene la verdad que te hará libre. Él es un verdadero profeta de Dios, y hace a todos los otros profetas temblar y temer. Los profetas de almohadilla le desprecian porque el camina con la verdad en su interior.
¡Busca este mensaje de Dios que haga a Cristo real en ti! Que te convenza de tu tiempo desperdiciado y de que te estás volviendo hacia las cosas de este mundo, que te señalará y te expondrá el pecado.
Los profetas de almohadilla están edificando sus enormes paredes. Ellos se ven muy exitosos y bendecidos. Pero Jehová dice:
“Di a los recubridores con lodo suelto, que caerá; vendrá lluvia torrencial, y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá. Y he aquí cuando la pared haya caído, no os dirán: ¿Dónde está la embarradura con que la recubristeis? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Haré que la rompa viento tempestuoso con mi ira, y lluvia torrencial vendrá con mi furor, y piedras de granizo con enojo para consumir. Así desbarataré la pared que vosotros recubristeis con lodo suelto, y la echaré a tierra, y será descubierto su cimiento, y caerá, y seréis consumidos en medio de ella; y sabréis que yo soy Jehová”. (Ezequiel 13:11-14)
Dios nos ha dicho que en estos últimos días nuestros jóvenes verán visiones. No de éxito, o prosperidad o de grandes hazañas. Habrá una visión para todos: ¡CRISTO!
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LOS PROFETAS DE LA COMODIDAD
Por: David Wilkerson
Introducción
Ezequiel se enfrentó solo contra todos los falsos profetas de Israel. Estos profetas no estaban predicando el mensaje de rectitud moral y de juicio inminente. En vez de esto, ellos profetizaban que era de paz, comodidad y prosperidad.
Ezequiel 13 es la palabra de Jehová contra aquellos predicadores y profetas que apapachaban a las personas con mensajes agradables a la carne, que decían eran del Señor. Sus palabras fueron maquinadas para hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo en momentos en que más bien, el pueblo se enfrentaba a un juicio inminente de parte de Dios.
Ezequiel se encontraba horrorizado al ver a los profetas que habían desarrollado un arte de hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo. El Señor dijo: “Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, yo Jehová responderé, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos” [Ez. 14:4-5]
La verdadera palabra del Señor era: “Hijo de hombre, come tu pan con temblor, y bebe tu agua con estremecimiento y con ansiedad. Y di al pueblo de la tierra: su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran. Y las ciudades habitadas quedarán desiertas, y la tierra será asolada; Porque no habrá más visión vana, ni habrá adivinación de lisonjeros…” [Ez. 12:18-24].
Mientras Ezequiel estaba llamando al pueblo a la humildad y al arrepentimiento, tratando de preparar al pueblo de Dios para los juicios que pronto vendrían, estos profetas de la comodidad profetizaban los sueños e imaginaciones de sus propios corazones. Dios no les había hablado, y aún así ellos introducían sus profecías diciendo: “Escuchad lo que dice el Señor…” Dios dijo: “Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió” [Ez. 13:6] YO NO LOS ENVIE. ELLOS NO HABLAN POR MI.
Parecía que cargaban con ellos almohadas cómodas para ponerlas bajo cada codo de aquellos que les seguían para oír sus falsas profecías. Ellos ponían “velos mágicos” sobre las cabezas de cada uno de sus discípulos, esto significaba que ellos les estaban declarando a otros: -Muy buenos tiempos están por delante. No veremos sino paz y lujo-.
Ezequiel les habló fuertemente la palabra de Dios cuando las multitudes se congregaban a oír las palabras placenteras y agradables de los falsos profetas.
“y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor…” [Ez. 13:16].
“andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto” [Ez. 13:3].
Igual que en los tiempos de Ezequiel, es ahora
¡Los profetas de la comodidad están todavía entre nosotros! Ellos hablan acerca de la palabra de Dios, acerca de profecía, y sazonan sus suaves mensajes con mucha Escritura. Pero hay una falsedad en lo que ellos predican. No están predicando la cruz, la santidad y la separación. No hacen demandas a los que los escuchan. Muy pocas veces hablan de pecado y de juicio. Aborrecen el solo mencionar el tema de sufrimiento y dolor. Para ellos, los héroes de la fe del libro de los Hebreos fueron cobardes, sin fe y perdedores sin dinero, quienes tenían miedo a -reclamar sus derechos-.
Tal como los profetas de la comodidad de Israel, su único deseo es promover estilos de vida lujosa y hacer a las personas sentirse cómodas en su búsqueda de la buena vida. Ellos no están hablando de parte de Dios.
Todo lo que ellos están haciendo es hacer sentir cómoda a la gente en sus pecados. Con razón las multitudes se congregan para sentarse a escuchar sus mensajes. Estos mensajes no son el llamado de Cristo para negarse a uno mismo y tomar la cruz.
¿Cómo diferenciamos a un falso profeta, de un verdadero seguidor de Dios?
¿Cuál es la diferencia entre los profetas de la comodidad, y los verdaderos profetas de Jehová? El creyente que no conoce la diferencia, está en un terreno peligroso. Con tantos que andan por ahí reuniendo enormes congregaciones, es imperativo tener discernimiento del Espíritu Santo. Los profetas que están confundiendo a la gente deberán ser confrontados y expuestos por la verdad. La mayoría de ellos se ven y se oyen sinceros, hombres de Dios, amantes de la Biblia. Pero el Señor ha dado a su pueblo pruebas infalibles para probar lo que es verdadero y lo que es falso. Debemos probar cada hombre y cada mensaje a través de toda la Palabra de Dios.
Permíteme llamar tu atención a tres características de un verdadero profeta de Dios.
I. Un verdadero hombre de Dios vive consumido por una visión del Señor Jesucristo
Un verdadero ministro está tan sumergido, tan profundamente dirigido y capacitado por esa hermosa y gloriosa visión, que no puede hablar de nada más. Él predica todo el consejo de la Palabra de Dios –siendo Cristo glorificado en todo-. “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” [Hch. 20:27].
Dios dijo de los falsos profetas: “¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!” [Ez. 13:3].
Aun de Moisés se escribió: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” [He. 11:27].
Jesús dijo de Abraham: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” [Jn. 8:56].
Esteban tuvo una gloriosa visión de Él. “Y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” [Hch. 7:56].
Ananías dijo a Pablo: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca” [Hch. 22:14].
A sus propios discípulos, Jesús dijo: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me vereís” [Jn. 14:19]
Lo que cada uno de estos hombres de Dios tenían en común fue una vida controlada por la visión de Cristo el Señor. Cristo fue su más grande y único motivo de vivir. Ellos vieron a Cristo a través del ojo de la fe.
Moisés voluntariamente dejó la comodidad y la prosperidad de Egipto para sufrir privaciones en un desierto, porque él había sido transformado y perfeccionado por una visión de Cristo. Nada más le importaba, ni aun su sueño de convertirse en el gran libertador. Él vio más allá de cualquier ambición humana. El se apartó de todo lo que era terrenal porque había visto a Cristo. El pudo soportarlo todo, porque nada en la tierra podía compararse con lo que sus ojos espirituales contemplaron.
Abraham se volvió totalmente apartado de este mundo y voluntariamente llegó a ser un extranjero en la tierra, porque sus ojos estaban puestos en la ciudad cuyo arquitecto constructor es Dios [Ver Hebreos 11:9-10]. Pero sobre todo él había visto una visión de Cristo en su trono en aquella Santa Ciudad. Nunca volvió a tener puesta su atención en las cosas terrenales o temporales. Su fe era edificada sobre su continua visión de Cristo. El se regocijaba y estaba contento, porque tenía sus ojos puestos en lo invisible, lo eterno, ¡Cristo!
Desde el momento en que Pablo le vio todo lo demás aquí en la tierra se convirtió en basura [estiércol, en el griego original] para él. Desde el momento en que Cristo fue revelado en él, Pablo determinó no saber de nada más entre los hombres sino su Señor. “Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” [Fil. 3:7-10].
Él alegremente soportó trabajos, naufragios, que lo apedrearan, azotes, privaciones y cárceles. Ninguna de estas cosas lo movieron de su fe porque él se gloriaba en su visión del Señor. [Ver 2 Co. 11:23-28].
Cualquier hombre de Dios que está atado a esta tierra o a las cosas de este mundo no ha visto nada. Si él tuviera una visión de Cristo, si él estuviera en constante unión con Cristo, él no podría predicar de nada más. El se pararía ante las multitudes, proclamando: ¡Estimo todas las cosas como pérdida –todo lo tengo por basura [estiércol]-! Es Cristo y Él solamente. Él es todo; Él llena todas las cosas. Él es toda mi vida.
Tal como sucedió a Isaías, el verdadero hombre de Dios que ve al Señor, alto y sublime, caerá sobre su rostro y llorará por sus pecados y los pecados del pueblo de Dios. Entonces él será limpiado y purificado e irá en el poder de su grandiosa visión a predicar a Cristo.
Los falsos profetas se interesaban mucho en el dinero
Dios le advirtió a Israel: “Como zorras... fueron tus profetas” [Ez. 13:4] En otras palabras, algunos no tienen ni siquiera un simple ojo enfocado en Cristo, sino que tienen los ojos llenos de avaricia. Despojan y roban la viña, tomando lo mejor para ellos mismos. ¡Andan en sus propios caminos, alimentando su propio ego!
Estos profetas que buscaban lo de ellos mismos, decían y enfatizaban que habían oído la voz de Dios. Reclamaban que era una palabra profética directamente del cielo. Dicen: “Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que Él confirme la palabra de ellos”. [Ez. 13:6].
Las multitudes del pueblo de Dios, quienes corren a acercarse para oír mensajes tibios solamente necesitan tomarse un segundo, y honestamente mirar y observar lo que están oyendo y creyendo.
“¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?” [Ez. 13:7]
“por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz....” [Ez. 13.10].
Su mensaje era: Dios me ha dicho que todo está bien. No hay problemas en los tiempos venideros. ¡Buenos tiempos! No vendrá juicio o tribulación. El deseo de Dios es que todos estemos felices, prósperos y descansadamente… El Señor le llama a esto engaño.
Yo no creo que los ministros estén tomando suficientemente en serio la tragedia de predicar el mensaje equivocado. ¡Cómo nos atrevemos a predicar paz y buenos tiempos continuos e interminables, a un mundo y a un pueblo que están al borde del juicio de Dios! [Ver 1 Ti. 6:3-11].
El pecado de Israel estaba a punto de ser castigado en fuegos increíbles de la ira divina.
Veamos lo que Dios estaba tratando de decir a su pueblo: “Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén. Y pondré mi rostro contra ellos; aunque del fuego se escaparon, fuego los consumirá… cuando pusiere mi rostro contra ellos. Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor” [Ez. 15:6-8].
El pueblo rechazó la verdadera Palabra de Dios. Las masas corrieron tras sus maestros para oír el mensaje engañoso: -Dios no es esa clase de Dios. Él desea únicamente lo mejor para todos nosotros. Gran paz y buenos tiempos están por delante. No escuchen a los profetas que predican condenación. Dios me ha dicho directamente desde su trono que lo mejor está por venir- [Ver 2 Timoteo 4:1-4].
Yo te pregunto a ti: ¿Qué harán estos profetas de la comodidad, cuando Dios comience a juzgar los pecados de esta nación y les quite su pan y su plenitud? Piensa en las multitudes de cristianos sinceros que no están preparados, quienes deberían estar arrepintiéndose de su tibieza; estar llorando por causa de su conformidad con el pecado y de su avaricia; deberían estar dejando y abandonando todo en vez de estar acumulando bienes materiales.
Gracias a Dios, el Espíritu Santo está levantando un pueblo santo, que está harto de todos los ministerios centrados en sí mismos, y su clamor es: “Queremos ver a Jesús”.
El evangelio centrado en el hombre no puede perdurar mucho tiempo más. Un tiempo de limpieza está por delante. Nos estamos dirigiendo a fuegos de refinamiento. Mientras que los cristianos tibios y avaros se echan a sus anchas a descansar en sus lechos de quietud, comodidad y lujos; un remanente se separará e irá en busca del Novio. Cristo se va a revelar al humilde, al pobre de espíritu, y la verdadera Palabra de Dios fluirá hacia otros con unción y poder. La unión con Cristo se convertirá en la perla de gran precio.
II. El verdadero hombre de Dios predica y practica el negarse así mismo
¡Compara esto con lo que los falsos profetas de la comodidad enfocan en sus mensajes! Dios dijo de ellos: “Y Habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan… mintiendo a mi pueblo” [Ez. 13:19]. Una traducción moderna a este versículo es: “Estos profetas tienen dinero en sus mentes. El dinero les ha hecho mentirosos”.
He aquí un retrato completo de un profeta falso. Él permite que su imaginación corra desenfrenadamente. Él opera en la idea que la prosperidad durará para siempre. Edifica sobre sueños y planes. Para hacerlo necesita dinero –mucho dinero-. Su necesidad de dinero se convierte en el enfoque de su ministerio. Él termina diciendo mentiras al pueblo de Dios para conseguirlo. Entonces él lo contamina todo diciendo: “Dios me dijo…”.
El mensaje de Jesucristo es dolorosamente directo: NIÉGATE A TÍ MISMO Y TOMA TU CRUZ.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” [Mt. 16:24].
Negarse así mismo ¡Qué concepto tan extraño en estos días de tantos mensajes acariciadores y cómodos! Estos profetas de la comodidad lo han rechazado por completo. Negarse a sí mismo es el abandonar y renunciar a todo lo que impide la presencia constante de Cristo.
No hay ningún mérito en negarse así mismo. Somos salvos por gracia solamente. No se trata de ganar los beneficios de Dios. Para negarse así mismo, quita todo lo que impide tener una comunión constante con Cristo. Pablo dijo, “Sino que golpeo mi cuerpo, [lo disciplino] y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” [1 Co. 9:27].
No estamos poniendo nuestros cuerpos bajo control; nuestras pasiones y apetitos no están bajo sujeción. Programas sensuales de televisión actualmente estimulan los apetitos carnales entre los “cristianos” hacia la pornografía. La lujuria y la sensualidad están casi fuera de control, aun entre los “cristianos”. Casi a diario escucho de pastores y hermanos que pasan horas viendo películas y cassettes pornográficos.
Multitudes del pueblo de Dios, incluyendo predicadores del Evangelio, desperdician un tiempo precioso ante el ídolo de la televisión. Tal como Lot, nuestras mentes están siendo perturbadas por las cosas que vemos y oímos.
La comida se está convirtiendo en el vicio de los creyentes. No necesitamos cocaína o alcohol, tenemos una droga legalizada: la comida. Nunca en todo el tiempo que tengo de convertido he visto tantos cristianos con apetitos fuera de control.
La verdad más profunda acerca de negarse a sí mismo va más allá de despojarnos de las cosas materiales. Tú puedes vender tu televisión, huir de todos los sonidos e imágenes eróticas, traer todos los apetitos de la carne bajo control, y aún no haberte negado a ti mismo.
Lo que Cristo está pidiendo, es una clase de devoción hacia Él mismo, que eche fuera del corazón todo lo que impide una profunda unión con Cristo. Es un compromiso a convertirnos en absolutamente nada ante Dios y los hombres. Es estar completamente dispuesto a decir como Pablo: “Ya no vivo yo”, –es Cristo viviendo en mí–“ [Gá. 2:20].
El mundo deberá perder su encanto para nosotros. Debemos morir a toda ambición personal –a todas las ataduras de las cosas terrenales–, hasta que podamos decir honestamente: “Yo estoy muerto a este mundo y todo lo que representa. Ya no vivo yo”.
Físicamente vivo, ¡sí! Pero debo morir a todo lo que impida mi visión y amor por Cristo. Cualquier cosa que sea, deberá irse. ¿Lujuria, sensualidad, lascivia? ¿Planes de nuestro propio yo? ¿Amarguras, enemistades, rencores, envidias, malos sentimientos?
¿Ansias de reconocimiento? ¿Autoestima? Debo morir a todo esto. Debo traerlo todo a la cruz y ejecutar un juicio de mi propia persona.
¿Por qué los cristianos que están a punto de morir se separan tanto del mundo y de las cosas físicas y materiales? Es porque la eternidad está a la vista. Todo palidece en comparación al gozo que está por delante. ¿Por qué no podemos vivir así todo el tiempo? ¿Por qué no mantenemos nuestras mentes fijas en Cristo en todo tiempo?
III. Un verdadero hombre de Dios expone con atrevimiento santo el pecado -¡él nunca encubre la maldad!-
Los profetas de la comodidad no tienen fundamento de santidad sobre el cual edificar. Ezequiel dijo: “...y será descubierto su cimiento…” [Ez. 13.14].
Los profetas falsos estaban construyendo paredes con mezcla de cal y arena sin consistencia, o sea como un lodo suelto, y pintadas las grietas por encima con cal para blanquear las paredes.
Lo peor de todo, es que con su mensaje y la manera en que lo decían: “entristecisteis con mentiras el corazón del justo... y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino...” [Ez. 13:22].
Y ellos “fortalecieron las manos del impío”. Dios les acusó de estar enviando al infierno las almas por no hablarles contra el pecado. La ligereza en cuanto al pecado únicamente los confirmaba más a seguir envueltos en sus pecados.
Dios no permitirá a ningún ministro del evangelio entristecer, perturbar o afligir a sus escogidos y seguidores devotos y sinceros sin su previo conocimiento. Pero tampoco permitirá Dios que los profetas de la comodidad le llamen a lo malo, bueno, y apapachen a los cristianos apóstatas que necesitan arrepentirse.
Ciertamente estamos llamados a predicar el Evangelio de gracia, misericordia y perdón. Pero al hombre de Dios también se le ordena -levantar su voz, hablar fuertemente y no detenerse, para mostrarle al pueblo de Dios sus pecados–. “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado” [Is. 58:1].
¿Podrá ser que no podamos levantar un patrón de santidad a causa de la corrupción en nuestros propios corazones? ¿Podrán nuestros propios pecados quitarnos ese atrevimiento santo de exponer el pecado? ¿Estaremos pasando por alto los pecados de otros, a causa de los pecados habituales en nuestros corazones?
¿Conoces algún hombre de Dios que hable con determinación contra el pecado? ¿Su mensaje proviene no de una moralidad externa, sino de una profunda pureza personal? Entonces siéntate y escucha su mensaje, porque él tiene la verdad que te hará libre. Él es un verdadero profeta de Dios, y hará a todos los profetas temblar y temer. Los profetas de la prosperidad le despreciarán porque él camina con la verdad en su interior.
¡Busca este mensaje de Dios que haga a Cristo real en ti! Que te convenza de tu tiempo desperdiciado y de que te estás volviendo hacia las cosas de este mundo. Que te señalará y te expondrá el pecado.
Los falsos profetas están edificando sus enormes paredes. Ellos se ven muy exitosos y bendecidos. Pero Jehová dice: “caerá; y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá... Así desbarataré la pared y la echaré a tierra” [Ez. 13:11-14].
Dios nos ha dicho que en estos últimos días nuestros jóvenes verán visiones. No de éxito, o prosperidad o de grandes hazañas. Habrá una visión para todos: ¡CRISTO!
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COMO RECONOCER A UN FALSO MINISTRO
Por Juan Wesley
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, , ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y hachado en el fuego. Así que por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:15-20).
Apenas se puede concebir o expresar en palabras cuán grandes son las multitudes que corren hacia la destrucción, y que no quieren persuadirse de que deben andar en el camino estrecho, a pesar de saber que es la vía de la salvación eterna. Y de esto somos testigos diariamente. Tales son la torpeza y la locura del género humano, que miles de hombres aún se apresuran en el camino del infierno, sólo porque es él, porque así lo hacen otros; pareciera que prefieren ser de la mayoría, aunque perezcan. ¡Tal es la influencia tremenda que tiene el ejemplo en los míseros y débiles hijos de los hombres! Continuamente están poblando las regiones de la muerte, y ahoga infinidad de almas en la perdición eterna.
A fin de advertir al género humano que evite este peligro, a fin de salvar a cuantos fuere posible de esta epidemia que se desarrolla, ha enviado Dios a sus atalayas que a voz en cuello muestren a la gente el peligro en que se encuentran.
Con este fin mandó a sus siervos los profetas de generación, a que enseñen el camino estrecho, y amonestasen a todos los hombres a no conformarse al mundo. Pero, ¿qué sucederá si los atalayas mismos caen en la red en contra de la cual amonestan a otros? ¿Qué pasará si los profetas profetizan mentiras y hacen que el pueblo yerre el camino? ¿Qué sucederá si señalan como la vía de la vida eterna la que en realidad guía a la muerte perdurable; si exhortan a los demás a que anden, como ellos mismos andan, en el camino espacioso y no en el angosto?
¿Es está una cosa extraña, rara? ¡Ay! Dios sabe que no lo es. Los ejemplos de esto son innumerables. Se hallan en todas épocas y en todo el mundo. ¡Ay, y qué cosa tan horrenda es ésta, que los embajadores de Dios se conviertan en agentes del diablo! ¡Que los que han sido enviados a enseñar el camino del cielo, en realidad enseñan la vía del infierno! Son como las langostas de Egipto, que "se comieron lo que había quedado sano y salvo, lo que quedó después del granizo".
Devoran a los hombres que quedan, que han escapado, a quienes no ha destruido el mal ejemplo. No sin buena razón para ello, nos amonesta tan solamente en contra de ellos nuestro sabio y bendito Salvador cuando dice: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces". Advertencia de la mayor importancia.
A fin de que se grabe más firmemente en nuestros corazones, investigaremos en primer lugar, quienes son estos falsos profetas; en segundo, que disfraz se ponen y finalmente, la manera por la que podremos saber lo que realmente son, a pesar de sus buenas apariencias.
¿QUIÉNES SON ESTOS FALSOS PROFETAS?
Investiguemos primeramente, quienes son estos falsos profetas. Y esto es tanta más necesario, cuanto que estos mismos hombres han procurado torcer esta escritura para su propia perdición, y no sólo la suya, sino la de otros muchos. Por consiguiente, para evitar toda clase de disputa, no haré mucho ruido, como acostumbran algunos, ni haré uso de exclamaciones vanas y retóricas a fin de engañar a los sencillos, sino que diré verdades tan claras y patentes que ninguno que no haya perdido la inteligencia o la modestia, puede negar: Verdades que se relacionen íntimamente con el tenor de las palabras anteriores de Cristo: " Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mateo 7:13 y 14), puesto que muchos han interpretado estas palabras, sin hacer caso absolutamente de lo que se dijo antes, y como si no se relacionase con el sermón en el que se encuentran dichas palabras.
En este lugar, lo mismo que muchos otros pasajes de la Escritura, y especialmente el Nuevo Testamento, la palabra profeta significa; no la persona que adivina lo futuro; sino que habla en nombre de Dios: Un hombre que dice ser enviado de Dios a enseñar a los demás el camino del cielo.
Un profeta falso es aquel que enseña un camino falso, una vía que no lleva al cielo; o lo que viene a ser lo mismo, que no enseña el verdadero camino.
EL CAMINO ESTRECHO Y EL CAMINO ANGOSTO
Todo camino espacioso es infaliblemente falso. Por consiguiente, esta regla es clara y segura: "Todo aquel que enseña a los hombres a que anden por el camino espacioso, una vía por la que van muchos, es un falso profeta".
Por otra parte, el camino al cielo es angosto. Luego esta otra regla es también clara y segura: "Todo aquel que no enseña a los hombres a que anden por el camino angosto, a ser diferente de los demás hombres, es un falso maestro".
Extendámonos más todavía. El único camino al cielo es estrecho; el angosto. El que Jesús enseña en sus palabras anteriores; luego todo aquel que no enseña a los hombres ese camino, es un falso profeta.
Ahora bien, el camino angosto, es el camino de la humildad de los que lloran, de la mansedumbre, de los deseos santos, del amor a Dios y al prójimo donde se hace el bien, y se sufre el mal por amor a Cristo. Luego todo aquel que enseña un camino diferente de éste como si fuera la vía del cielo, es un falso profeta.
Nada importa el nombre que se dé a ese otro camino: que se llame fe; o buenas obras; o arrepentimiento; o arrepentimiento, fe y la nueva obediencia todos estos nombres son buenos; pero si esos nombres o cualquier otro, enseña alguno a los hombres ese camino, es en verdad un falso profeta.
¡Cuán tremenda debe ser la condenación de aquellos que hablan mal del buen camino; y sobre todo la de los que enseñan una vía enteramente opuesta, el camino del orgullo, de la liviandad, de las pasiones, de los deseos mundanos en el que se buscan placeres más que a Dios, de la dureza para con nuestro prójimo, del desprecio de las buenas obras y donde no se sufre ningún mal ni persecución por causa de la justicia!
Si alguien me pregunta: "¿Cuándo ha enseñado alguno esto, o quien lo enseña como el camino del cielo?" Le contestaré: Miles de varones tenidos como justos y sabios; todos aquellos que en diferentes denominaciones animan a los soberbios, los frívolos, los dados a las pasiones, los amantes del mundo y de los placeres, los injustos, los duros de corazón, los perezosos, los descuidados, los buenos para nada, los inútiles, los que nada sufren por la justicia, y les permiten imaginarse que van por el camino al cielo.
Estos son los falsos profetas en todo el sentido de la palabra. Los que traicionan a Dios y al hombre; los primogénitos de Satanás, los hijos mayores de Apolión el destructor. Estos son mucho peores que los asesinos, puesto que destruyen las almas de los hombres; continuamente están poblando las regiones de la obscuridad, y cuando sigan en pos de las almas que han arruinado, "el infierno abajo se espantará y saldrá a recibirlos."
LOS FALSOS PROFETAS SE PRESENTAN CON APARIENCIA DE PIEDAD. POR FUERA OVEJAS, POR DENTRO LOBOS.
Pero, ¿se presentan ahora tales cuales son? Nada de eso. Si así lo hicieran, no podrían destruir a tantos. Todos se alarmarían huirían para escapar con vida. Por consiguiente, asumen una apariencia enteramente distinta, que es el segundo punto que vamos a considerar, "vienen con vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces."
"Vienen a vosotros con vestidos de ovejas" es decir, su apariencia es la de hombres que no pueden hacer daño. Se presentan del modo más amable e inofensivo, sin la menor señal de enemistad. ¿Quién se ha de figurar que estos individuos tan pacíficos podrán hacer mal a nadie? Tal vez no sean tan celosos y activos en hacer bien como uno deseara; pero no obstante, no hay razón para sospechar que tengan ni siquiera el deseo de hacer daño -Pero no es esto todo.
En segundo lugar, vienen aparentando ser útiles, como si estuvieran llamados a esto cabalmente, a hacer el bien. Están encargados especialmente de velar por sus almas, de educarlos en el camino de la vida eterna. Su deber, aparentemente es ir por todas partes "haciendo bien, y sanando a todos los oprimidos del diablo". Siempre hemos estado acostumbrados a considerarlos como mensajeros de Dios, enviados a traernos bendiciones
En tercer lugar, vienen con la apariencia de la religión. Les podrán asegurar que es el celo de Dios, y solamente eso lo que les impulsa hacer lo que hacen . Todo lo que hablan es a impulsos de su amor a la verdad y el temor de que ésta sea menoscabe; puede ser por amor a la iglesia y el deseo de defenderla de sus enemigos.
Vienen sobre todo, con la apariencia del amor. Se toman todas estas molestias solamente por su bien; no deberían molestarse, pero se interesan por ustedes. Protestarán sus buenos deseos, la ansiedad que sienten al ver el peligro en que están, sus deseos fervientes de protegerlos en contra de toda clases de errores, de que no caigan en doctrinas nuevas y falsas. Sentirán mucho que ver que cualquier persona de tan buenas intenciones, acepta opiniones exageradas, o que esta perpleja con nociones extrañas e incomprensibles, o alucinada por el entusiasmo. Por tanto, les aconsejarán que estén quietos en el camino claro de en medio; que no sean demasiado justos, no sea que "se destruyan a sí mismos".
¿CÓMO PODEMOS SABER LO QUE REALMENTE SON A PESAR DE SUS APARIENCIAS?
Pero, ¿cómo sabremos lo que realmente son, a pesar de su apariencia engañadora? Este es el tercer punto que nos propusimos investigar. Nuestro bendito Señor vio la necesidad de que todos los hombres conozcan a estos falsos profetas, por más que se disfracen, y dilucidan la verdad por la gran cantidad de consecuencias. Nos da, por consiguiente una regla clara y sencilla que aún las inteligencias de más cortos alcances pueden fácilmente comprender, y que puede aplicarse en todas ocasiones: "Por sus frutos los conoceréis".
Fácilmente podemos aplicar esta regla a todas horas. A fin de saber si ciertas personas que hablan en nombre de Dios son verdaderos o falsos profetas , es fácil observar primero: ¿Qué influencia tienen en sus propias vidas? ¿Qué frutos producen sus doctrinas? ¿Son puros y limpios en todas las cosas? ¿Qué efecto tienen en sus corazones? ¿Dejan ver en todo el tenor de sus vidas que sus disposiciones y costumbres son santas, celestiales, divinas; que está en ellos la mente que estuvo en Jesucristo; que son mansos, humildes, pacíficos, amantes de Dios y del hombre, y celosos en hacer buenas obras?
Fácilmente podemos investigar, en segundo lugar, que frutos produce su enseñanza en aquellos que los escuchan, si no en todos, al menos en muchos de ellos; porque ni los apóstoles convirtieron a todos aquellos a quienes les predicaron. ¿Tienen estos la mente de Cristo? ¿Andan como El anduvo? ¿Y su andar de esta manera, es el resultado de haber escuchado a dichos profetas? ¿Eran inicuos interior y exteriormente hasta que los escucharon? Si así fuere, claro está que los hombres son verdaderos profetas, maestros enviados por Dios. Pero si no es así, si no se enseñan a sí mismos o a otros eficazmente el amor y el servicio de Dios, claro está que son falsos profetas, que no han sido enviados por Dios.
Palabra dura es ésta, y ¿quién la podrá soportar? Nuestro Señor lo sabía y por lo tanto condescendió a probarlo muy extensamente por medio de varios argumentos claros y convincentes.
"¿Acaso se recogen uvas de los espinos" dice, "o higos de los abrojos" (v. 16). ¿Esperaremos buenos frutos de estos hombres perversos? ¡Más bien se puede esperar coger uvas de los espinos o higos de los abrojos! "Todo buen árbol da buenos frutos, mas el árbol malo da malos frutos" (v. 17). Todo verdadero profeta, todo verdadero maestro enviado por Dios, lleva el buen fruto de la santidad; pero el falso profeta, el falso maestro, a quien El no ha enviado por Dios, no lleva malos frutos una que otra vez, sino continua y necesariamente. Así que, tengamos como regla eterna: "Por sus frutos los conoceréis".
Todo aquel, que de hecho hace que los orgullosos, iracundos, de compasión superficial, amantes del mundo, se vuelvan humildes amables, amantes de Dios, quien naturalmente confirma sus palabras. Por otra parte, aquel cuyos oyentes permanecen tan injustos como antes, o quienes no tienen la justicia que excede a la de los escribas y fariseos, es un falso profeta, y a no ser por un milagro de la gracia divina, tanto él como los que le escuchan, caerán en el hoyo.
¡GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS!
"¡Guárdense de estos falsos profetas!" porque aún cuando vengan "con vestidos de ovejas, por dentro son lobos rapaces". Sólo vienen a destruir y devorar al rebaño, y si no hay quien lo defienda, lo hacen pedazos. Aunque quieran, no pueden guiarlos por el camino al cielo; no es posible que lo hagan, puesto que no saben la vía. ¡Guárdense de ellos, no sea que los descaminen y hagan que pierdan todo lo que ya tenían!
UNAS PALABRAS DE AMONESTACIÓN A LOS FALSOS PROFETAS
No puedo concluir sin dirigir antes unas cuantas palabras a aquellos de quienes hemos estado hablando.
¡Ustedes, profetas falsos, huesos secos, escuchen, a lo menos hoy, la Palabra de Dios! ¿Hasta cuándo dejarán de mentir en el nombre de Dios, diciendo: "Dios ha hablado", cuando Dios no habló? ¿Hasta cuándo seguirán torciendo los caminos rectos del Señor, cambiando la luz por tinieblas y las tinieblas por luz? ¿Hasta cuándo dejarán de enseñar el camino de la muerte, llamándolo, camino de la vida? ¿Hasta cuándo cesarán de entregar a Satanás las almas que pretenden llevar a Dios?
"¡Ay de vosotros, ciegos guías de ciegos!, porque cerráis el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar." A los que se están esforzando a entrar por la puerta angosta , llaman el camino espacioso; a los que apenas han dado unos cuantos pasos en la vía del Señor amonestan diabólicamente que no vayan muy lejos. A los que cabalmente empiezan a tener hambre y sed de justicia, persuaden a que no sean "demasiado justos" y de este modo los hacen tropezar en el mero dintel. Sí, logran hacer que caigan para no levantarse más. ¿Por qué hacen esto? ¿De qué les aprovecha su sangre cuando caen en el hoyo? ¡Qué ganancia tan miserable! "Perecerán por su maldad, pero su sangre demandará Dios de vuestras manos!"
¿Dónde tienen los ojos, dónde la inteligencia? ¿Tanto han engañado a otros, que acabarán por engañarse a sí mismos? ¿Quién les ha dicho que enseñen el camino, el cual no conocen? ¿Se han "entregado a semejante error, de tal manera, que no sólo enseñan sino que aún creen una mentira?" ¿Es posible que crean ser enviados de Dios, que son sus mensajeros? Si el Señor les hubiera enviado, Su obra prosperaría en sus manos. Vive el Señor, que si fueran los mensajeros de Dios, el "confirmaría las palabras de sus mensajeros;" pero la obra del Señor no prospera en sus manos; no traen pecadores al arrepentimiento; no confirma el Señor sus palabras, puesto que no salvan almas de la muerte.
¿Cómo pueden evadir las palabras del Señor, tan terminantes, tan fuertes, tan decididas? ¿Cómo pueden dejar de conocerse por sus propios frutos, frutos malos de árboles malos? "¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?" Aplíquense estas palabras, porque a ustedes pertenecen. ¡Oh, árboles secos!, ¿por qué inutilizan el terreno? "Todo buen árbol lleva buenos frutos." ¿No ven que no hay excepción? Sepan, pues, que no son buenos árboles, puesto que no llevan buenos frutos. "Mas el árbol malo da malos frutos," y ustedes, desde el principio, han dado malos frutos. Lo que han hablado, como si fuera de Dios, sólo han confirmado a los que les han escuchado, en el carácter y las obras del diablo. Reciban la amonestación de aquel en cuyo nombre les hablo, antes que pase la sentencia que los está amenazando. "Todo árbol que no da buen fruto, se corta, y se echa al fuego."
¿Oh, los que saben aludidos no endurezcan su corazón! Por mucho tiempo han cerrado sus ojos para no ver la luz. Ábranlos, pues, antes que sea demasiado tarde; antes que les echen a las tinieblas de afuera. ¡No dejen que ninguna consideración temporal pase a su mente, porque arriesgan toda la eternidad! Antes de ser enviados han corrido. ¡No vayan más lejos; no condenen sus almas y las de los que les escuchan! No tienen fruto de su trabajo. Y ¿por qué? Simplemente porque no está el Señor con ustedes. Humíllense, pues, ante El; clamen a El desde el polvo, para que vivifique sus almas, les dé la fe que obra por el amor, ese amor que es humilde y manso, puro y misericordioso, celoso en buenas obras, que se goza en la tribulación en los reproches, en los sufrimientos, en la persecución por falta de la justicia. Entonces reposará sobre ustedes el "glorioso espíritu de Cristo", y se verá que son de Dios. Entonces harán la obra de evangelistas y cumplirán su ministerio. La Palabra de Dios será en sus labios, como "martillo que quebranta la piedra". Por sus frutos se sabrá que son profetas del Señor, aún por medio de los hijos espirituales que Dios les dé. Y después de enseñar justicia a la multitud, resplandecerán como las estrellas a perpetua eternidad.
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¿Que hacemos con Marcos Witt?
PROFETAS DE LA MENTIRA
Por David Wilkerson
Ezequiel se enfrentó solo contra todos los falsos profetas de Israel. Estos profetas no estaban involucrados con el mensaje de justicia y de juicio inminente. En vez de esto, ellos profetizaron una era de paz, comodidad y prosperidad.
Ezequiel 13 es la pura palabra de Jehová contra predicadores y profetas quienes apapachaban a las personas con palabras carnales agradables que, decían, eran del Señor. Sus palabras fueron maquinadas para hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo en momentos en que el pueblo se enfrentaba a un juicio inminente de parte de Dios. De hecho, ellos no estaban satisfechos con sólo profetizar buenos tiempos por venir desde sus grandes casas y sus cómodas camas hechas de marfil: ellos buscaron proveer una almohada para cada codo.
“Ay de aquellos que ponen almohadillas debajo de todos los codos...” .
(Ezequiel 13:18) Original hebreo por Spurrell
“...He aquí yo estoy contra vuestras almohadillas, con que cazáis (seducen) las almas...” .
(Ezequiel 13:20) Original hebreo por Spurrell
Ezequiel se encontraba horrorizado al ver a los profetas que habían desarrollado el arte de hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo. El Señor dijo: “Mi pueblo ha puesto sus ídolos en sus corazones; ellos descaradamente han establecido piedras de tropiezo en iniquidad; ya que todos ellos se han apartado de mi por sus ídolos” (Ezequiel 14:1-5, paráfrasis del autor).
La verdadera palabra del Señor fue: “Jehová dice: Come tu pan con temblor, y bebe tu agua con aflicción y con desfallecimiento. Y dile al pueblo, su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran. Las ciudades habitadas quedarán desiertas, y la tierra será asolada. Porque no habrá más visiones vanas, ni profecías de lisonjeros...” (Ezequiel 12:17-24, paráfrasis del autor).
Mientras Ezequiel estaba llamando al pueblo a la humildad y arrepentimiento, tratando de preparar al pueblo de Dios para los juicios que pronto vendrían, estos profetas de almohadilla profetizaban los sueños e imaginaciones de sus propios corazones. Dios no les había hablado, y aún así ellos introducían sus profecías con: “Escuchad la palabra del Señor...” Dios dijo: “YO NO LOS ENVIÉ. ELLOS NO HABLAN POR MÍ”.
Llevaban con ellos almohadas elegantes para ponerlas bajo los codos de aquellos que les seguían para oír sus falsas profecías. Ponían pañuelos sobre la cabeza de cada uno de sus discípulos, como una forma de declararle a los demás: “Muy buenos tiempos están por delante. No vemos sino paz y lujo”. Caminaban entre el pobre y el enfermo poniendo sobre su cabeza un pañuelo con encaje, como una señal de su confianza en el mensaje de los profetas de la autoindulgencia y la comodidad.
Ezequiel les habló fuertemente la palabra de Dios cuando las masas se congregaban a oír estas palabras placenteras y agradables.
“Los profetas de Israel que profetizan acerca de Jerusalén, y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor”. (Ezequiel 13:16)
“Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!". (Ezequiel 13:3)
¡Los profetas de almohadilla están todavía entre nosotros! Ellos hablan acerca de la palabra de Dios, acerca de profecía, y sazonan sus suaves mensajes con mucha Escritura. Pero hay una falsedad en lo que ellos predican. No están predicando la cruz o la santidad y la separación. No hacen demandas a los que los escuchan. Muy pocas veces hablan de pecado y juicio. Aborrecen el solo mencionar sufrimiento y dolor. Para ellos, los héroes del libro de los Hebreos fueron cobardes sin fe y perdedores sin dinero, quienes tenían miedo a reclamar sus derechos.
Tal como los profetas de almohadilla de Israel, su único deseo supremo es promover estilos de vida lujosa y hacer a las personas sentirse cómodas en su búsqueda de la buena vida. Ellos no están hablando de parte de Dios. Todo lo que ellos están haciendo es sentarse pasando almohadas. Una para cada codo de cada seguidor. Con razón las multitudes se congregan para sentarse a escuchar sus mensajes –sin ninguna demanda–. Estos mensajes no son el llamado de Cristo para negarse y tomar la cruz.
¿Cuál es la diferencia ente los profetas de almohadilla, y los verdaderos profetas de Jehová? El creyente que no conoce la diferencia está en un terreno peligroso. Con tantos que andan por ahí reuniendo enormes congregaciones, es imperativo tener discernimiento del Espíritu Santo. Los profetas que están confundiendo a la gente deberán ser confrontados y expuestos por la verdad. La mayoría de ellos se ven y se oyen sinceros, hombres de Dios amantes de la Biblia. Pero el Señor ha dado a su pueblo pruebas infalibles para probar lo que es verdadero y lo que es falso. Debemos probar cada hombre y cada mensaje a través de toda la palabra de Dios.
Permíteme traer tu atención a tres características de un verdadero profeta de Dios.
I. ¡Un verdadero hombre de Dios es consumido por una visión del Señor Jesucristo!
Él ha sido tan sumergido, tan profundamente dirigido y capacitado por esa hermosa y gloriosa visión, que no puede hablar de nada más. Él predica todo el consejo de la Palabra de Dios –siendo Cristo glorificado en todo–.
“Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” . (Hechos 20:27)
Dios dijo de los falsos profetas: “¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!” (Ezequiel 13:3).
Aun de Moisés se escribió: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27).
Jesús dijo de Abraham: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56).
Esteban tuvo una gloriosa visión de Él. “Y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:56).
Ananías dijo a Pablo: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca” (Hechos 22:14).
A sus propios discípulos, Jesús dijo: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis...” (Juan 14:19).
La cosa que cada uno de estos hombres de Dios tenían en común fue su vida controlada por la visión de Cristo el Señor. Cristo fue su más grande y único motivo de vivir. Ellos vieron a Cristo a través del ojo de la fe.
Moisés voluntariamente dejó la comodidad y la prosperidad de Egipto para sufrir privación en un desierto porque él había sido transformado y perfeccionado por una visión de Cristo. Nada más le importaba, ni aun su sueño de convertirse en el gran libertador. Él vio más allá de cualquier ambición humana. Él fue apartado de todo lo que era terrenal porque él había visto a Cristo. Él pudo soportarlo todo, porque nada en la tierra podía compararse con lo que sus ojos espirituales contemplaron.
Abraham se volvió totalmente apartado de este mundo y voluntariamente llegó a ser un extranjero en la tierra, porque sus ojos estaban puestos en la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios (Ver Hebreos 11:9-10). Pero sobre todo él había visto una visión de Cristo en su trono en aquella santa ciudad. Nunca volvió a poner su atención en las cosas terrenales o temporales. Su fe era edificada sobre su continua visión de Cristo. Él se regocijaba y estaba contento, porque tenía puestos sus ojos en el invisible, el eterno, ¡Cristo!
Desde el momento en que Pablo le vio, todo lo demás aquí en la tierra se convirtió en basura (estiércol, en el griego original) para él. Desde el momento en que Cristo fue revelado en él, Pablo determinó no saber de nada más entre los hombres sino de su Señor.
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”. (Filipenses 3:7-10)
Él alegremente soportó trabajos, naufragios, que lo apedrearan, azotes, privaciones, cárceles; ninguna de estas cosas lo movieron de su fe porque él se gloriaba en la visión que tenía del Señor (Ver 2a Corintios 11:23-28).
Cualquier hombre de Dios que está atado a esta tierra o a las cosas de esta tierra no ha visto nada. Si él tuviera una visión de Cristo, si él estuviera en constante unión con Cristo, él no podría predicar de nada más. Él se pararía ante las multitudes, proclamando: “¡Estimo todas las cosas como pérdida –todo lo tengo por basura (estiércol)–. Es Cristo y Él solamente. Él es todo. Él llena todas las cosas. Él es toda mi vida!”.
Tal como sucedió a Isaías, el verdadero hombre de Dios que ve al Señor, alto y sublime, caerá sobre su rostro y llorará por sus pecados y los pecados del pueblo de Dios. Entonces él será limpiado y purificado e irá en el poder de su grandiosa visión a predicar a Cristo.
Dios le advirtió a Israel: “Los profetas son como zorras...” (Ver Ezequiel 13:4). En otras palabras, algunos no tienen ni siquiera un simple ojo enfocado en Cristo, sino que tienen los ojos llenos de avaricia. Despojan y roban la viña, tomando lo mejor para ellos mismos. ¡Andan en sus propios caminos, alimentando su propio ego!
Estos profetas egoístas, que buscaban lo suyo propio, decían y enfatizaban que habían oído la voz de Dios. Reclamaban que era una palabra profética directamente del cielo.
“Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos”. (Ezequiel 13:6)
Las multitudes del pueblo de Dios quienes corren a acercarse para oír mensajes suaves solamente necesitan tomarse un segundo, y honestamente mirar y observar lo que están oyendo y creyendo.
“¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?” . (Ezequiel 13:7)
“Sí, por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz; y uno edificaba la pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto”. (Ezequiel 13:10)
Su mensaje era: “Dios me ha dicho que todo está bien. No hay problemas en los tiempos venideros. ¡Buenos tiempos! No vendrá juicio o tribulación. El deseo de Dios es que todos estemos felices, prósperos y descansadamente...” ¡El Señor le llama a esto engañoso!
Yo no creo que los ministros estén tomando suficientemente en serio la tragedia de predicar el mensaje equivocado. ¡Cómo nos atrevemos a predicar paz y buenos tiempos contínuos e interminables a un mundo y a un pueblo que están al borde del juicio!
El pecado de Israel estaba a punto de explotar en fuegos increíbles de ira divina. Ezequiel no deseaba predicar tal mensaje que causaba molestias, especialmente a un pueblo que se amontonaba alrededor de los profetas de almohadilla, quienes le decían al pueblo de Dios que todo estaba bien.
Veamos lo que Dios estaba tratando de decir a su pueblo: “Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén. Y pondré mi rostro contra ellos: de un fuego escaparon pero otro fuego los consumirá... Yo he puesto mi rostro contra ellos... Haré que esta tierra sea desolada, por cuanto abusaron del pecado dice Jehová el Señor” (Ezequiel 15:6-8, Spurrell).
El pueblo rechazó la verdadera palabra de Dios. Las masas corrieron tras sus maestros para oír el mensaje engañoso: “Dios no es esa clase de Dios. Él desea únicamente lo mejor para todos nosotros. Gran paz y buenos tiempos están por delante. No escuchen a los profetas anticuados de juicio. Dios me ha dicho directamente desde su trono que lo mejor está por venir” (Ver 2a Timoteo 4:1-4).
Yo te pregunto a ti, ¿qué harán estos profetas de almohadilla cuando Dios comience a juzgar los pecados de esta nación y les quite su pan y su plenitud? Piensa en las multitudes de cristianos sinceros que no están preparados, quienes deberían estar arrepintiéndose de su tibieza; quienes deberían estar llorando por causa de su conformidad con el pecado y de su avaricia; quienes deberían estar dejando y abandonando todo en vez de estar acumulando.
Gracias a Dios, el Espíritu Santo está levantando un pueblo santo que está harto de todos los ministerios centrados en sí mismos y su clamor es: “¡Queremos ver a Jesús!”. El Evangelio centrado en el hombre no puede perdurar mucho tiempo más. Un tiempo de limpieza está por delante. Nos estamos dirigiendo a fuegos de refinamiento.
Mientras que los cristianos tibios avariciosos se echan a sus anchas a descansar en sus lechos de quietud y comodidad con lujos, un remanente se separará e irá en busca del Novio. Cristo se va a revelar al humilde, al pobre de espíritu, y la verdadera palabra de Dios fluirá hacia otros con unción y poder. La unión con Cristo se convertirá en la perla de gran precio.
II. El verdadero hombre de Dios predica y practica el negarse a sí mismo
¡Compara esto con lo que los profetas de almohadilla enfocan en sus mensajes! Dios dijo de ellos: “¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?” (Ezequiel 13:19). Una traducción moderna a este versículo es: “Estos profetas de almohadilla tienen dinero en sus mentes. El dinero les ha hecho mentirosos”.
He aquí un retrato completo de un profeta de almohadilla. Él permite que su imaginación corra desenfrenadamente. Él opera en la idea que la prosperidad durará para siempre. Edifica sobre sueños y planes. Para hacerlo necesita dinero –mucho dinero–. Su necesidad de dinero se convierte en el enfoque de su ministerio. Él termina diciendo mentiras al pueblo de Dios para conseguirlo. Entonces él lo contamina todo diciendo: “Dios me dijo...”.
El mensaje de Jesucristo es dolorosamente directo: “NIÉGATE A TI MISMO Y TOMA TU CRUZ”.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” . (Mateo 16:24)
Negarse a sí mismo. ¡Qué concepto que suena tan extraño en estos días de tantos mensajes acariciadores y cómodos! Estos profetas de almohadilla lo han rechazado por completo. Negarse a sí mismo es el abandonar y renunciar a todo lo que impide la presencia constante de Cristo.
No hay ningún mérito en negarse a sí mismo. Somos salvos por gracia solamente. No se trata de ganar los beneficios de Dios. Pero negarse a sí mismo quita todo lo que impide tener una comunión constante con Cristo. Pablo dijo: “Sino que golpeo mi cuerpo (lo disciplino) y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” (1a Corintios 9:27).
No estamos poniendo nuestros cuerpos bajo control; nuestras pasiones y apetitos no están bajo sujeción. Programas sensuales de televisión estimulan los apetitos carnales entre los cristianos hacia la pornografía. La lujuria y la sensualidad están casi fuera de control, aun entre los cristianos. Casi a diario escucho de pastores y hermanos que pasan horas viendo películas pornográficas.
Multitudes del pueblo de Dios, incluyendo predicadores del Evangelio, desperdician un tiempo precioso ante el ídolo de la televisión. Tal como Lot, nuestras mentes están siendo perturbadas por las cosas que vemos y oímos.
La comida se está convirtiendo en el narcótico de los creyentes. No necesitamos cocaína o alcohol, tenemos una droga legalizada: la comida. Nunca en todo el tiempo que tengo de convertido he visto tantos cristianos con apetitos fuera de control.
La verdad más profunda acerca de negarse a sí mismo va más allá de despojarnos de las cosas materiales. Tú puedes vender tu televisión, huir de todos los sonidos e imágenes eróticas, traer todos los apetitos de la carne bajo control, y aún no haberte negado a ti mismo.
Lo que Cristo está pidiendo, es una clase de devoción hacia Él mismo, que eche fuera del corazón todo lo que impide una profunda unión con Él. Es un compromiso a convertirnos en absolutamente nada ante Dios y los hombres. Es estar completamente dispuestos a decir como Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí...” (Gálatas 2:20).
El mundo deberá perder su encanto para nosotros. Debemos morir a toda ambición personal –a todas las ataduras, a las cosas terrenales– hasta que podamos decir honestamente: “Yo estoy muerto a este mundo y todo lo que representa. Ya no vivo yo”.
Físicamente vivo, ¡sí! pero yo debo morir a todo lo que impida mi visión y amor por Cristo. Cualquier cosa que sea deberá irse. ¿Lujuria, sensualidad, lascivia? ¿Planes de nuestro propio yo? ¿Amarguras, enemistades, rencores, envidias, malos sentimientos? ¿Reconocimiento? ¿Autoestima? Debo morir a todo esto. Debo traerlo todo a la cruz y ejecutar un juicio de mi propia persona.
¿Por qué los cristianos que están a punto de morir se separan tanto del mundo y de las cosas físicas y materiales? Es porque la eternidad está a la vista. Todo palidece en comparación al gozo que está por delante. ¿Por qué no podemos vivir así todo el tiempo? ¿Por qué no mantenemos nuestras mentes fijas en Cristo en todo tiempo?
III. Un verdadero hombre de Dios expone con atrevimiento santo el pecado. ¡Él nunca encubre la maldad!
Los profetas de almohadilla no tienen fundamento de santidad sobre el cual edificar. Ezequiel dijo: “Y será descubierto su cimiento...” (Ezequiel 13:14).
Los profetas de almohadilla estaban construyendo paredes con mezcla de cal y arena sin consistencia, o sea como un lodo suelto, y pintadas las grietas por encima con cal para blanquear las paredes.
Lo peor de todo, es que con su mensaje y la manera en que lo decían, “entristecieron con mentiras el corazón del justo y fortalecieron las manos del impío” (Ver Ezequiel 13:22). Dios les acusó de estar enviando al infierno las almas por ignorar el pecado. Esto entristeció a Dios, que hijos de Dios comprometidos con el pecado fueran animados, en vez de ser expuestos a su pecado. La ligereza en cuanto al pecado únicamente los confirmaba más a seguir envueltos en sus pecados.
Dios no permitirá a ningún ministro del Evangelio entristecer, perturbar o afligir a sus escogidos y seguidores devotos y sinceros sin su previo consentimiento. Pero tampoco permitirá Dios que los profetas de comodidad le llamen a lo malo, bueno –y apapachen a los cristianos apóstatas que necesitan arrepentirse–.
Ciertamente estamos llamados a predicar el Evangelio de gracia, misericordia y perdón. Pero al hombre de Dios también se le ordena levantar su voz, hablar fuertemente y no detenerse para mostrarle al pueblo de Dios sus pecados.
“Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”. (Isaías 58:1)
¿Podrá ser que no podamos levantar un patrón de santidad a causa de la corrupción en nuestros propios corazones? ¿Podrán nuestros propios pecados quitarnos ese atrevimiento santo de exponer el pecado? ¿Estaremos pasando por alto los pecados de otros a causa de los pecados habituales en nuestros corazones?
¿Conoces algún hombre de Dios que hable fuertemente con determinación contra el pecado? ¿Su mensaje suena no de legalismo sino de pureza profunda personal? Entonces siéntate y escucha su mensaje, porque él tiene la verdad que te hará libre. Él es un verdadero profeta de Dios, y hace a todos los otros profetas temblar y temer. Los profetas de almohadilla le desprecian porque el camina con la verdad en su interior.
¡Busca este mensaje de Dios que haga a Cristo real en ti! Que te convenza de tu tiempo desperdiciado y de que te estás volviendo hacia las cosas de este mundo, que te señalará y te expondrá el pecado.
Los profetas de almohadilla están edificando sus enormes paredes. Ellos se ven muy exitosos y bendecidos. Pero Jehová dice:
“Di a los recubridores con lodo suelto, que caerá; vendrá lluvia torrencial, y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá. Y he aquí cuando la pared haya caído, no os dirán: ¿Dónde está la embarradura con que la recubristeis? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Haré que la rompa viento tempestuoso con mi ira, y lluvia torrencial vendrá con mi furor, y piedras de granizo con enojo para consumir. Así desbarataré la pared que vosotros recubristeis con lodo suelto, y la echaré a tierra, y será descubierto su cimiento, y caerá, y seréis consumidos en medio de ella; y sabréis que yo soy Jehová”. (Ezequiel 13:11-14)
Dios nos ha dicho que en estos últimos días nuestros jóvenes verán visiones. No de éxito, o prosperidad o de grandes hazañas. Habrá una visión para todos: ¡CRISTO!
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LOS PROFETAS DE LA COMODIDAD
Por: David Wilkerson
Introducción
Ezequiel se enfrentó solo contra todos los falsos profetas de Israel. Estos profetas no estaban predicando el mensaje de rectitud moral y de juicio inminente. En vez de esto, ellos profetizaban que era de paz, comodidad y prosperidad.
Ezequiel 13 es la palabra de Jehová contra aquellos predicadores y profetas que apapachaban a las personas con mensajes agradables a la carne, que decían eran del Señor. Sus palabras fueron maquinadas para hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo en momentos en que más bien, el pueblo se enfrentaba a un juicio inminente de parte de Dios.
Ezequiel se encontraba horrorizado al ver a los profetas que habían desarrollado un arte de hacer al pueblo de Dios sentirse cómodo. El Señor dijo: “Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, yo Jehová responderé, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos” [Ez. 14:4-5]
La verdadera palabra del Señor era: “Hijo de hombre, come tu pan con temblor, y bebe tu agua con estremecimiento y con ansiedad. Y di al pueblo de la tierra: su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran. Y las ciudades habitadas quedarán desiertas, y la tierra será asolada; Porque no habrá más visión vana, ni habrá adivinación de lisonjeros…” [Ez. 12:18-24].
Mientras Ezequiel estaba llamando al pueblo a la humildad y al arrepentimiento, tratando de preparar al pueblo de Dios para los juicios que pronto vendrían, estos profetas de la comodidad profetizaban los sueños e imaginaciones de sus propios corazones. Dios no les había hablado, y aún así ellos introducían sus profecías diciendo: “Escuchad lo que dice el Señor…” Dios dijo: “Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió” [Ez. 13:6] YO NO LOS ENVIE. ELLOS NO HABLAN POR MI.
Parecía que cargaban con ellos almohadas cómodas para ponerlas bajo cada codo de aquellos que les seguían para oír sus falsas profecías. Ellos ponían “velos mágicos” sobre las cabezas de cada uno de sus discípulos, esto significaba que ellos les estaban declarando a otros: -Muy buenos tiempos están por delante. No veremos sino paz y lujo-.
Ezequiel les habló fuertemente la palabra de Dios cuando las multitudes se congregaban a oír las palabras placenteras y agradables de los falsos profetas.
“y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor…” [Ez. 13:16].
“andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto” [Ez. 13:3].
Igual que en los tiempos de Ezequiel, es ahora
¡Los profetas de la comodidad están todavía entre nosotros! Ellos hablan acerca de la palabra de Dios, acerca de profecía, y sazonan sus suaves mensajes con mucha Escritura. Pero hay una falsedad en lo que ellos predican. No están predicando la cruz, la santidad y la separación. No hacen demandas a los que los escuchan. Muy pocas veces hablan de pecado y de juicio. Aborrecen el solo mencionar el tema de sufrimiento y dolor. Para ellos, los héroes de la fe del libro de los Hebreos fueron cobardes, sin fe y perdedores sin dinero, quienes tenían miedo a -reclamar sus derechos-.
Tal como los profetas de la comodidad de Israel, su único deseo es promover estilos de vida lujosa y hacer a las personas sentirse cómodas en su búsqueda de la buena vida. Ellos no están hablando de parte de Dios.
Todo lo que ellos están haciendo es hacer sentir cómoda a la gente en sus pecados. Con razón las multitudes se congregan para sentarse a escuchar sus mensajes. Estos mensajes no son el llamado de Cristo para negarse a uno mismo y tomar la cruz.
¿Cómo diferenciamos a un falso profeta, de un verdadero seguidor de Dios?
¿Cuál es la diferencia entre los profetas de la comodidad, y los verdaderos profetas de Jehová? El creyente que no conoce la diferencia, está en un terreno peligroso. Con tantos que andan por ahí reuniendo enormes congregaciones, es imperativo tener discernimiento del Espíritu Santo. Los profetas que están confundiendo a la gente deberán ser confrontados y expuestos por la verdad. La mayoría de ellos se ven y se oyen sinceros, hombres de Dios, amantes de la Biblia. Pero el Señor ha dado a su pueblo pruebas infalibles para probar lo que es verdadero y lo que es falso. Debemos probar cada hombre y cada mensaje a través de toda la Palabra de Dios.
Permíteme llamar tu atención a tres características de un verdadero profeta de Dios.
I. Un verdadero hombre de Dios vive consumido por una visión del Señor Jesucristo
Un verdadero ministro está tan sumergido, tan profundamente dirigido y capacitado por esa hermosa y gloriosa visión, que no puede hablar de nada más. Él predica todo el consejo de la Palabra de Dios –siendo Cristo glorificado en todo-. “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” [Hch. 20:27].
Dios dijo de los falsos profetas: “¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!” [Ez. 13:3].
Aun de Moisés se escribió: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” [He. 11:27].
Jesús dijo de Abraham: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” [Jn. 8:56].
Esteban tuvo una gloriosa visión de Él. “Y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” [Hch. 7:56].
Ananías dijo a Pablo: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca” [Hch. 22:14].
A sus propios discípulos, Jesús dijo: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me vereís” [Jn. 14:19]
Lo que cada uno de estos hombres de Dios tenían en común fue una vida controlada por la visión de Cristo el Señor. Cristo fue su más grande y único motivo de vivir. Ellos vieron a Cristo a través del ojo de la fe.
Moisés voluntariamente dejó la comodidad y la prosperidad de Egipto para sufrir privaciones en un desierto, porque él había sido transformado y perfeccionado por una visión de Cristo. Nada más le importaba, ni aun su sueño de convertirse en el gran libertador. Él vio más allá de cualquier ambición humana. El se apartó de todo lo que era terrenal porque había visto a Cristo. El pudo soportarlo todo, porque nada en la tierra podía compararse con lo que sus ojos espirituales contemplaron.
Abraham se volvió totalmente apartado de este mundo y voluntariamente llegó a ser un extranjero en la tierra, porque sus ojos estaban puestos en la ciudad cuyo arquitecto constructor es Dios [Ver Hebreos 11:9-10]. Pero sobre todo él había visto una visión de Cristo en su trono en aquella Santa Ciudad. Nunca volvió a tener puesta su atención en las cosas terrenales o temporales. Su fe era edificada sobre su continua visión de Cristo. El se regocijaba y estaba contento, porque tenía sus ojos puestos en lo invisible, lo eterno, ¡Cristo!
Desde el momento en que Pablo le vio todo lo demás aquí en la tierra se convirtió en basura [estiércol, en el griego original] para él. Desde el momento en que Cristo fue revelado en él, Pablo determinó no saber de nada más entre los hombres sino su Señor. “Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” [Fil. 3:7-10].
Él alegremente soportó trabajos, naufragios, que lo apedrearan, azotes, privaciones y cárceles. Ninguna de estas cosas lo movieron de su fe porque él se gloriaba en su visión del Señor. [Ver 2 Co. 11:23-28].
Cualquier hombre de Dios que está atado a esta tierra o a las cosas de este mundo no ha visto nada. Si él tuviera una visión de Cristo, si él estuviera en constante unión con Cristo, él no podría predicar de nada más. El se pararía ante las multitudes, proclamando: ¡Estimo todas las cosas como pérdida –todo lo tengo por basura [estiércol]-! Es Cristo y Él solamente. Él es todo; Él llena todas las cosas. Él es toda mi vida.
Tal como sucedió a Isaías, el verdadero hombre de Dios que ve al Señor, alto y sublime, caerá sobre su rostro y llorará por sus pecados y los pecados del pueblo de Dios. Entonces él será limpiado y purificado e irá en el poder de su grandiosa visión a predicar a Cristo.
Los falsos profetas se interesaban mucho en el dinero
Dios le advirtió a Israel: “Como zorras... fueron tus profetas” [Ez. 13:4] En otras palabras, algunos no tienen ni siquiera un simple ojo enfocado en Cristo, sino que tienen los ojos llenos de avaricia. Despojan y roban la viña, tomando lo mejor para ellos mismos. ¡Andan en sus propios caminos, alimentando su propio ego!
Estos profetas que buscaban lo de ellos mismos, decían y enfatizaban que habían oído la voz de Dios. Reclamaban que era una palabra profética directamente del cielo. Dicen: “Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que Él confirme la palabra de ellos”. [Ez. 13:6].
Las multitudes del pueblo de Dios, quienes corren a acercarse para oír mensajes tibios solamente necesitan tomarse un segundo, y honestamente mirar y observar lo que están oyendo y creyendo.
“¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?” [Ez. 13:7]
“por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz....” [Ez. 13.10].
Su mensaje era: Dios me ha dicho que todo está bien. No hay problemas en los tiempos venideros. ¡Buenos tiempos! No vendrá juicio o tribulación. El deseo de Dios es que todos estemos felices, prósperos y descansadamente… El Señor le llama a esto engaño.
Yo no creo que los ministros estén tomando suficientemente en serio la tragedia de predicar el mensaje equivocado. ¡Cómo nos atrevemos a predicar paz y buenos tiempos continuos e interminables, a un mundo y a un pueblo que están al borde del juicio de Dios! [Ver 1 Ti. 6:3-11].
El pecado de Israel estaba a punto de ser castigado en fuegos increíbles de la ira divina.
Veamos lo que Dios estaba tratando de decir a su pueblo: “Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén. Y pondré mi rostro contra ellos; aunque del fuego se escaparon, fuego los consumirá… cuando pusiere mi rostro contra ellos. Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor” [Ez. 15:6-8].
El pueblo rechazó la verdadera Palabra de Dios. Las masas corrieron tras sus maestros para oír el mensaje engañoso: -Dios no es esa clase de Dios. Él desea únicamente lo mejor para todos nosotros. Gran paz y buenos tiempos están por delante. No escuchen a los profetas que predican condenación. Dios me ha dicho directamente desde su trono que lo mejor está por venir- [Ver 2 Timoteo 4:1-4].
Yo te pregunto a ti: ¿Qué harán estos profetas de la comodidad, cuando Dios comience a juzgar los pecados de esta nación y les quite su pan y su plenitud? Piensa en las multitudes de cristianos sinceros que no están preparados, quienes deberían estar arrepintiéndose de su tibieza; estar llorando por causa de su conformidad con el pecado y de su avaricia; deberían estar dejando y abandonando todo en vez de estar acumulando bienes materiales.
Gracias a Dios, el Espíritu Santo está levantando un pueblo santo, que está harto de todos los ministerios centrados en sí mismos, y su clamor es: “Queremos ver a Jesús”.
El evangelio centrado en el hombre no puede perdurar mucho tiempo más. Un tiempo de limpieza está por delante. Nos estamos dirigiendo a fuegos de refinamiento. Mientras que los cristianos tibios y avaros se echan a sus anchas a descansar en sus lechos de quietud, comodidad y lujos; un remanente se separará e irá en busca del Novio. Cristo se va a revelar al humilde, al pobre de espíritu, y la verdadera Palabra de Dios fluirá hacia otros con unción y poder. La unión con Cristo se convertirá en la perla de gran precio.
II. El verdadero hombre de Dios predica y practica el negarse así mismo
¡Compara esto con lo que los falsos profetas de la comodidad enfocan en sus mensajes! Dios dijo de ellos: “Y Habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan… mintiendo a mi pueblo” [Ez. 13:19]. Una traducción moderna a este versículo es: “Estos profetas tienen dinero en sus mentes. El dinero les ha hecho mentirosos”.
He aquí un retrato completo de un profeta falso. Él permite que su imaginación corra desenfrenadamente. Él opera en la idea que la prosperidad durará para siempre. Edifica sobre sueños y planes. Para hacerlo necesita dinero –mucho dinero-. Su necesidad de dinero se convierte en el enfoque de su ministerio. Él termina diciendo mentiras al pueblo de Dios para conseguirlo. Entonces él lo contamina todo diciendo: “Dios me dijo…”.
El mensaje de Jesucristo es dolorosamente directo: NIÉGATE A TÍ MISMO Y TOMA TU CRUZ.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” [Mt. 16:24].
Negarse así mismo ¡Qué concepto tan extraño en estos días de tantos mensajes acariciadores y cómodos! Estos profetas de la comodidad lo han rechazado por completo. Negarse a sí mismo es el abandonar y renunciar a todo lo que impide la presencia constante de Cristo.
No hay ningún mérito en negarse así mismo. Somos salvos por gracia solamente. No se trata de ganar los beneficios de Dios. Para negarse así mismo, quita todo lo que impide tener una comunión constante con Cristo. Pablo dijo, “Sino que golpeo mi cuerpo, [lo disciplino] y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” [1 Co. 9:27].
No estamos poniendo nuestros cuerpos bajo control; nuestras pasiones y apetitos no están bajo sujeción. Programas sensuales de televisión actualmente estimulan los apetitos carnales entre los “cristianos” hacia la pornografía. La lujuria y la sensualidad están casi fuera de control, aun entre los “cristianos”. Casi a diario escucho de pastores y hermanos que pasan horas viendo películas y cassettes pornográficos.
Multitudes del pueblo de Dios, incluyendo predicadores del Evangelio, desperdician un tiempo precioso ante el ídolo de la televisión. Tal como Lot, nuestras mentes están siendo perturbadas por las cosas que vemos y oímos.
La comida se está convirtiendo en el vicio de los creyentes. No necesitamos cocaína o alcohol, tenemos una droga legalizada: la comida. Nunca en todo el tiempo que tengo de convertido he visto tantos cristianos con apetitos fuera de control.
La verdad más profunda acerca de negarse a sí mismo va más allá de despojarnos de las cosas materiales. Tú puedes vender tu televisión, huir de todos los sonidos e imágenes eróticas, traer todos los apetitos de la carne bajo control, y aún no haberte negado a ti mismo.
Lo que Cristo está pidiendo, es una clase de devoción hacia Él mismo, que eche fuera del corazón todo lo que impide una profunda unión con Cristo. Es un compromiso a convertirnos en absolutamente nada ante Dios y los hombres. Es estar completamente dispuesto a decir como Pablo: “Ya no vivo yo”, –es Cristo viviendo en mí–“ [Gá. 2:20].
El mundo deberá perder su encanto para nosotros. Debemos morir a toda ambición personal –a todas las ataduras de las cosas terrenales–, hasta que podamos decir honestamente: “Yo estoy muerto a este mundo y todo lo que representa. Ya no vivo yo”.
Físicamente vivo, ¡sí! Pero debo morir a todo lo que impida mi visión y amor por Cristo. Cualquier cosa que sea, deberá irse. ¿Lujuria, sensualidad, lascivia? ¿Planes de nuestro propio yo? ¿Amarguras, enemistades, rencores, envidias, malos sentimientos?
¿Ansias de reconocimiento? ¿Autoestima? Debo morir a todo esto. Debo traerlo todo a la cruz y ejecutar un juicio de mi propia persona.
¿Por qué los cristianos que están a punto de morir se separan tanto del mundo y de las cosas físicas y materiales? Es porque la eternidad está a la vista. Todo palidece en comparación al gozo que está por delante. ¿Por qué no podemos vivir así todo el tiempo? ¿Por qué no mantenemos nuestras mentes fijas en Cristo en todo tiempo?
III. Un verdadero hombre de Dios expone con atrevimiento santo el pecado -¡él nunca encubre la maldad!-
Los profetas de la comodidad no tienen fundamento de santidad sobre el cual edificar. Ezequiel dijo: “...y será descubierto su cimiento…” [Ez. 13.14].
Los profetas falsos estaban construyendo paredes con mezcla de cal y arena sin consistencia, o sea como un lodo suelto, y pintadas las grietas por encima con cal para blanquear las paredes.
Lo peor de todo, es que con su mensaje y la manera en que lo decían: “entristecisteis con mentiras el corazón del justo... y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino...” [Ez. 13:22].
Y ellos “fortalecieron las manos del impío”. Dios les acusó de estar enviando al infierno las almas por no hablarles contra el pecado. La ligereza en cuanto al pecado únicamente los confirmaba más a seguir envueltos en sus pecados.
Dios no permitirá a ningún ministro del evangelio entristecer, perturbar o afligir a sus escogidos y seguidores devotos y sinceros sin su previo conocimiento. Pero tampoco permitirá Dios que los profetas de la comodidad le llamen a lo malo, bueno, y apapachen a los cristianos apóstatas que necesitan arrepentirse.
Ciertamente estamos llamados a predicar el Evangelio de gracia, misericordia y perdón. Pero al hombre de Dios también se le ordena -levantar su voz, hablar fuertemente y no detenerse, para mostrarle al pueblo de Dios sus pecados–. “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado” [Is. 58:1].
¿Podrá ser que no podamos levantar un patrón de santidad a causa de la corrupción en nuestros propios corazones? ¿Podrán nuestros propios pecados quitarnos ese atrevimiento santo de exponer el pecado? ¿Estaremos pasando por alto los pecados de otros, a causa de los pecados habituales en nuestros corazones?
¿Conoces algún hombre de Dios que hable con determinación contra el pecado? ¿Su mensaje proviene no de una moralidad externa, sino de una profunda pureza personal? Entonces siéntate y escucha su mensaje, porque él tiene la verdad que te hará libre. Él es un verdadero profeta de Dios, y hará a todos los profetas temblar y temer. Los profetas de la prosperidad le despreciarán porque él camina con la verdad en su interior.
¡Busca este mensaje de Dios que haga a Cristo real en ti! Que te convenza de tu tiempo desperdiciado y de que te estás volviendo hacia las cosas de este mundo. Que te señalará y te expondrá el pecado.
Los falsos profetas están edificando sus enormes paredes. Ellos se ven muy exitosos y bendecidos. Pero Jehová dice: “caerá; y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá... Así desbarataré la pared y la echaré a tierra” [Ez. 13:11-14].
Dios nos ha dicho que en estos últimos días nuestros jóvenes verán visiones. No de éxito, o prosperidad o de grandes hazañas. Habrá una visión para todos: ¡CRISTO!
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COMO RECONOCER A UN FALSO MINISTRO
Por Juan Wesley
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, , ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y hachado en el fuego. Así que por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:15-20).
Apenas se puede concebir o expresar en palabras cuán grandes son las multitudes que corren hacia la destrucción, y que no quieren persuadirse de que deben andar en el camino estrecho, a pesar de saber que es la vía de la salvación eterna. Y de esto somos testigos diariamente. Tales son la torpeza y la locura del género humano, que miles de hombres aún se apresuran en el camino del infierno, sólo porque es él, porque así lo hacen otros; pareciera que prefieren ser de la mayoría, aunque perezcan. ¡Tal es la influencia tremenda que tiene el ejemplo en los míseros y débiles hijos de los hombres! Continuamente están poblando las regiones de la muerte, y ahoga infinidad de almas en la perdición eterna.
A fin de advertir al género humano que evite este peligro, a fin de salvar a cuantos fuere posible de esta epidemia que se desarrolla, ha enviado Dios a sus atalayas que a voz en cuello muestren a la gente el peligro en que se encuentran.
Con este fin mandó a sus siervos los profetas de generación, a que enseñen el camino estrecho, y amonestasen a todos los hombres a no conformarse al mundo. Pero, ¿qué sucederá si los atalayas mismos caen en la red en contra de la cual amonestan a otros? ¿Qué pasará si los profetas profetizan mentiras y hacen que el pueblo yerre el camino? ¿Qué sucederá si señalan como la vía de la vida eterna la que en realidad guía a la muerte perdurable; si exhortan a los demás a que anden, como ellos mismos andan, en el camino espacioso y no en el angosto?
¿Es está una cosa extraña, rara? ¡Ay! Dios sabe que no lo es. Los ejemplos de esto son innumerables. Se hallan en todas épocas y en todo el mundo. ¡Ay, y qué cosa tan horrenda es ésta, que los embajadores de Dios se conviertan en agentes del diablo! ¡Que los que han sido enviados a enseñar el camino del cielo, en realidad enseñan la vía del infierno! Son como las langostas de Egipto, que "se comieron lo que había quedado sano y salvo, lo que quedó después del granizo".
Devoran a los hombres que quedan, que han escapado, a quienes no ha destruido el mal ejemplo. No sin buena razón para ello, nos amonesta tan solamente en contra de ellos nuestro sabio y bendito Salvador cuando dice: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces". Advertencia de la mayor importancia.
A fin de que se grabe más firmemente en nuestros corazones, investigaremos en primer lugar, quienes son estos falsos profetas; en segundo, que disfraz se ponen y finalmente, la manera por la que podremos saber lo que realmente son, a pesar de sus buenas apariencias.
¿QUIÉNES SON ESTOS FALSOS PROFETAS?
Investiguemos primeramente, quienes son estos falsos profetas. Y esto es tanta más necesario, cuanto que estos mismos hombres han procurado torcer esta escritura para su propia perdición, y no sólo la suya, sino la de otros muchos. Por consiguiente, para evitar toda clase de disputa, no haré mucho ruido, como acostumbran algunos, ni haré uso de exclamaciones vanas y retóricas a fin de engañar a los sencillos, sino que diré verdades tan claras y patentes que ninguno que no haya perdido la inteligencia o la modestia, puede negar: Verdades que se relacionen íntimamente con el tenor de las palabras anteriores de Cristo: " Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mateo 7:13 y 14), puesto que muchos han interpretado estas palabras, sin hacer caso absolutamente de lo que se dijo antes, y como si no se relacionase con el sermón en el que se encuentran dichas palabras.
En este lugar, lo mismo que muchos otros pasajes de la Escritura, y especialmente el Nuevo Testamento, la palabra profeta significa; no la persona que adivina lo futuro; sino que habla en nombre de Dios: Un hombre que dice ser enviado de Dios a enseñar a los demás el camino del cielo.
Un profeta falso es aquel que enseña un camino falso, una vía que no lleva al cielo; o lo que viene a ser lo mismo, que no enseña el verdadero camino.
EL CAMINO ESTRECHO Y EL CAMINO ANGOSTO
Todo camino espacioso es infaliblemente falso. Por consiguiente, esta regla es clara y segura: "Todo aquel que enseña a los hombres a que anden por el camino espacioso, una vía por la que van muchos, es un falso profeta".
Por otra parte, el camino al cielo es angosto. Luego esta otra regla es también clara y segura: "Todo aquel que no enseña a los hombres a que anden por el camino angosto, a ser diferente de los demás hombres, es un falso maestro".
Extendámonos más todavía. El único camino al cielo es estrecho; el angosto. El que Jesús enseña en sus palabras anteriores; luego todo aquel que no enseña a los hombres ese camino, es un falso profeta.
Ahora bien, el camino angosto, es el camino de la humildad de los que lloran, de la mansedumbre, de los deseos santos, del amor a Dios y al prójimo donde se hace el bien, y se sufre el mal por amor a Cristo. Luego todo aquel que enseña un camino diferente de éste como si fuera la vía del cielo, es un falso profeta.
Nada importa el nombre que se dé a ese otro camino: que se llame fe; o buenas obras; o arrepentimiento; o arrepentimiento, fe y la nueva obediencia todos estos nombres son buenos; pero si esos nombres o cualquier otro, enseña alguno a los hombres ese camino, es en verdad un falso profeta.
¡Cuán tremenda debe ser la condenación de aquellos que hablan mal del buen camino; y sobre todo la de los que enseñan una vía enteramente opuesta, el camino del orgullo, de la liviandad, de las pasiones, de los deseos mundanos en el que se buscan placeres más que a Dios, de la dureza para con nuestro prójimo, del desprecio de las buenas obras y donde no se sufre ningún mal ni persecución por causa de la justicia!
Si alguien me pregunta: "¿Cuándo ha enseñado alguno esto, o quien lo enseña como el camino del cielo?" Le contestaré: Miles de varones tenidos como justos y sabios; todos aquellos que en diferentes denominaciones animan a los soberbios, los frívolos, los dados a las pasiones, los amantes del mundo y de los placeres, los injustos, los duros de corazón, los perezosos, los descuidados, los buenos para nada, los inútiles, los que nada sufren por la justicia, y les permiten imaginarse que van por el camino al cielo.
Estos son los falsos profetas en todo el sentido de la palabra. Los que traicionan a Dios y al hombre; los primogénitos de Satanás, los hijos mayores de Apolión el destructor. Estos son mucho peores que los asesinos, puesto que destruyen las almas de los hombres; continuamente están poblando las regiones de la obscuridad, y cuando sigan en pos de las almas que han arruinado, "el infierno abajo se espantará y saldrá a recibirlos."
LOS FALSOS PROFETAS SE PRESENTAN CON APARIENCIA DE PIEDAD. POR FUERA OVEJAS, POR DENTRO LOBOS.
Pero, ¿se presentan ahora tales cuales son? Nada de eso. Si así lo hicieran, no podrían destruir a tantos. Todos se alarmarían huirían para escapar con vida. Por consiguiente, asumen una apariencia enteramente distinta, que es el segundo punto que vamos a considerar, "vienen con vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces."
"Vienen a vosotros con vestidos de ovejas" es decir, su apariencia es la de hombres que no pueden hacer daño. Se presentan del modo más amable e inofensivo, sin la menor señal de enemistad. ¿Quién se ha de figurar que estos individuos tan pacíficos podrán hacer mal a nadie? Tal vez no sean tan celosos y activos en hacer bien como uno deseara; pero no obstante, no hay razón para sospechar que tengan ni siquiera el deseo de hacer daño -Pero no es esto todo.
En segundo lugar, vienen aparentando ser útiles, como si estuvieran llamados a esto cabalmente, a hacer el bien. Están encargados especialmente de velar por sus almas, de educarlos en el camino de la vida eterna. Su deber, aparentemente es ir por todas partes "haciendo bien, y sanando a todos los oprimidos del diablo". Siempre hemos estado acostumbrados a considerarlos como mensajeros de Dios, enviados a traernos bendiciones
En tercer lugar, vienen con la apariencia de la religión. Les podrán asegurar que es el celo de Dios, y solamente eso lo que les impulsa hacer lo que hacen . Todo lo que hablan es a impulsos de su amor a la verdad y el temor de que ésta sea menoscabe; puede ser por amor a la iglesia y el deseo de defenderla de sus enemigos.
Vienen sobre todo, con la apariencia del amor. Se toman todas estas molestias solamente por su bien; no deberían molestarse, pero se interesan por ustedes. Protestarán sus buenos deseos, la ansiedad que sienten al ver el peligro en que están, sus deseos fervientes de protegerlos en contra de toda clases de errores, de que no caigan en doctrinas nuevas y falsas. Sentirán mucho que ver que cualquier persona de tan buenas intenciones, acepta opiniones exageradas, o que esta perpleja con nociones extrañas e incomprensibles, o alucinada por el entusiasmo. Por tanto, les aconsejarán que estén quietos en el camino claro de en medio; que no sean demasiado justos, no sea que "se destruyan a sí mismos".
¿CÓMO PODEMOS SABER LO QUE REALMENTE SON A PESAR DE SUS APARIENCIAS?
Pero, ¿cómo sabremos lo que realmente son, a pesar de su apariencia engañadora? Este es el tercer punto que nos propusimos investigar. Nuestro bendito Señor vio la necesidad de que todos los hombres conozcan a estos falsos profetas, por más que se disfracen, y dilucidan la verdad por la gran cantidad de consecuencias. Nos da, por consiguiente una regla clara y sencilla que aún las inteligencias de más cortos alcances pueden fácilmente comprender, y que puede aplicarse en todas ocasiones: "Por sus frutos los conoceréis".
Fácilmente podemos aplicar esta regla a todas horas. A fin de saber si ciertas personas que hablan en nombre de Dios son verdaderos o falsos profetas , es fácil observar primero: ¿Qué influencia tienen en sus propias vidas? ¿Qué frutos producen sus doctrinas? ¿Son puros y limpios en todas las cosas? ¿Qué efecto tienen en sus corazones? ¿Dejan ver en todo el tenor de sus vidas que sus disposiciones y costumbres son santas, celestiales, divinas; que está en ellos la mente que estuvo en Jesucristo; que son mansos, humildes, pacíficos, amantes de Dios y del hombre, y celosos en hacer buenas obras?
Fácilmente podemos investigar, en segundo lugar, que frutos produce su enseñanza en aquellos que los escuchan, si no en todos, al menos en muchos de ellos; porque ni los apóstoles convirtieron a todos aquellos a quienes les predicaron. ¿Tienen estos la mente de Cristo? ¿Andan como El anduvo? ¿Y su andar de esta manera, es el resultado de haber escuchado a dichos profetas? ¿Eran inicuos interior y exteriormente hasta que los escucharon? Si así fuere, claro está que los hombres son verdaderos profetas, maestros enviados por Dios. Pero si no es así, si no se enseñan a sí mismos o a otros eficazmente el amor y el servicio de Dios, claro está que son falsos profetas, que no han sido enviados por Dios.
Palabra dura es ésta, y ¿quién la podrá soportar? Nuestro Señor lo sabía y por lo tanto condescendió a probarlo muy extensamente por medio de varios argumentos claros y convincentes.
"¿Acaso se recogen uvas de los espinos" dice, "o higos de los abrojos" (v. 16). ¿Esperaremos buenos frutos de estos hombres perversos? ¡Más bien se puede esperar coger uvas de los espinos o higos de los abrojos! "Todo buen árbol da buenos frutos, mas el árbol malo da malos frutos" (v. 17). Todo verdadero profeta, todo verdadero maestro enviado por Dios, lleva el buen fruto de la santidad; pero el falso profeta, el falso maestro, a quien El no ha enviado por Dios, no lleva malos frutos una que otra vez, sino continua y necesariamente. Así que, tengamos como regla eterna: "Por sus frutos los conoceréis".
Todo aquel, que de hecho hace que los orgullosos, iracundos, de compasión superficial, amantes del mundo, se vuelvan humildes amables, amantes de Dios, quien naturalmente confirma sus palabras. Por otra parte, aquel cuyos oyentes permanecen tan injustos como antes, o quienes no tienen la justicia que excede a la de los escribas y fariseos, es un falso profeta, y a no ser por un milagro de la gracia divina, tanto él como los que le escuchan, caerán en el hoyo.
¡GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS!
"¡Guárdense de estos falsos profetas!" porque aún cuando vengan "con vestidos de ovejas, por dentro son lobos rapaces". Sólo vienen a destruir y devorar al rebaño, y si no hay quien lo defienda, lo hacen pedazos. Aunque quieran, no pueden guiarlos por el camino al cielo; no es posible que lo hagan, puesto que no saben la vía. ¡Guárdense de ellos, no sea que los descaminen y hagan que pierdan todo lo que ya tenían!
UNAS PALABRAS DE AMONESTACIÓN A LOS FALSOS PROFETAS
No puedo concluir sin dirigir antes unas cuantas palabras a aquellos de quienes hemos estado hablando.
¡Ustedes, profetas falsos, huesos secos, escuchen, a lo menos hoy, la Palabra de Dios! ¿Hasta cuándo dejarán de mentir en el nombre de Dios, diciendo: "Dios ha hablado", cuando Dios no habló? ¿Hasta cuándo seguirán torciendo los caminos rectos del Señor, cambiando la luz por tinieblas y las tinieblas por luz? ¿Hasta cuándo dejarán de enseñar el camino de la muerte, llamándolo, camino de la vida? ¿Hasta cuándo cesarán de entregar a Satanás las almas que pretenden llevar a Dios?
"¡Ay de vosotros, ciegos guías de ciegos!, porque cerráis el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar." A los que se están esforzando a entrar por la puerta angosta , llaman el camino espacioso; a los que apenas han dado unos cuantos pasos en la vía del Señor amonestan diabólicamente que no vayan muy lejos. A los que cabalmente empiezan a tener hambre y sed de justicia, persuaden a que no sean "demasiado justos" y de este modo los hacen tropezar en el mero dintel. Sí, logran hacer que caigan para no levantarse más. ¿Por qué hacen esto? ¿De qué les aprovecha su sangre cuando caen en el hoyo? ¡Qué ganancia tan miserable! "Perecerán por su maldad, pero su sangre demandará Dios de vuestras manos!"
¿Dónde tienen los ojos, dónde la inteligencia? ¿Tanto han engañado a otros, que acabarán por engañarse a sí mismos? ¿Quién les ha dicho que enseñen el camino, el cual no conocen? ¿Se han "entregado a semejante error, de tal manera, que no sólo enseñan sino que aún creen una mentira?" ¿Es posible que crean ser enviados de Dios, que son sus mensajeros? Si el Señor les hubiera enviado, Su obra prosperaría en sus manos. Vive el Señor, que si fueran los mensajeros de Dios, el "confirmaría las palabras de sus mensajeros;" pero la obra del Señor no prospera en sus manos; no traen pecadores al arrepentimiento; no confirma el Señor sus palabras, puesto que no salvan almas de la muerte.
¿Cómo pueden evadir las palabras del Señor, tan terminantes, tan fuertes, tan decididas? ¿Cómo pueden dejar de conocerse por sus propios frutos, frutos malos de árboles malos? "¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?" Aplíquense estas palabras, porque a ustedes pertenecen. ¡Oh, árboles secos!, ¿por qué inutilizan el terreno? "Todo buen árbol lleva buenos frutos." ¿No ven que no hay excepción? Sepan, pues, que no son buenos árboles, puesto que no llevan buenos frutos. "Mas el árbol malo da malos frutos," y ustedes, desde el principio, han dado malos frutos. Lo que han hablado, como si fuera de Dios, sólo han confirmado a los que les han escuchado, en el carácter y las obras del diablo. Reciban la amonestación de aquel en cuyo nombre les hablo, antes que pase la sentencia que los está amenazando. "Todo árbol que no da buen fruto, se corta, y se echa al fuego."
¿Oh, los que saben aludidos no endurezcan su corazón! Por mucho tiempo han cerrado sus ojos para no ver la luz. Ábranlos, pues, antes que sea demasiado tarde; antes que les echen a las tinieblas de afuera. ¡No dejen que ninguna consideración temporal pase a su mente, porque arriesgan toda la eternidad! Antes de ser enviados han corrido. ¡No vayan más lejos; no condenen sus almas y las de los que les escuchan! No tienen fruto de su trabajo. Y ¿por qué? Simplemente porque no está el Señor con ustedes. Humíllense, pues, ante El; clamen a El desde el polvo, para que vivifique sus almas, les dé la fe que obra por el amor, ese amor que es humilde y manso, puro y misericordioso, celoso en buenas obras, que se goza en la tribulación en los reproches, en los sufrimientos, en la persecución por falta de la justicia. Entonces reposará sobre ustedes el "glorioso espíritu de Cristo", y se verá que son de Dios. Entonces harán la obra de evangelistas y cumplirán su ministerio. La Palabra de Dios será en sus labios, como "martillo que quebranta la piedra". Por sus frutos se sabrá que son profetas del Señor, aún por medio de los hijos espirituales que Dios les dé. Y después de enseñar justicia a la multitud, resplandecerán como las estrellas a perpetua eternidad.
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